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Por: Alejandro Alva
Para muchos países de América Latina, el 12 de octubre es considerado como el día en que el navegante genovés Cristóbal Colón descubrió el continente americano. Pero esta fecha tan importante como polémica ha sido renombrada innumerables veces convirtiéndola en un día con muchos nombres. En el caso de Venezuela, por ejemplo, el 12 de octubre fue declarado como “El Día de la Resistencia Indígena”, trayendo a la memoria las luchas que tuvieron los pueblos originarios frente al poderío y sometimiento de los colonos. En Alburquerque (Estados Unidos), las tribus norteamericanas denuncian la llegada de Colón y rinden tributo a los descendientes de los indígenas americanos. El Estado Plurinacional de Bolivia, mediante Decreto Supremo N°.1005 emitido en 2011, declaró el 12 octubre como el “El Día de la Descolonización”, mientras que en el caso peruano, el año 2009 el ex presidente Alán García Pérez lo de nominó como el “Día de los Pueblos Originarios y del Diálogo Intercultural”.
Puedes escuchar el podcast de esta investigación aquí:
La gran discusión en estas fechas gira en torno a dos ideologías contrapuestas que por mucho tiempo generaron controversia sobre el significado del Descubrimiento y la Conquista de América.
Señala la corriente indigenista que el 12 de octubre no debería ser celebrado porque América fue víctima de la explotación española, y ponen de manifiesto los abusos que sufrieron “los habitantes de un mundo indígena, tenaz y poderoso”, como diría la historiadora colombiana Diana Uribe.
A su vez, el Hispanismo defienden a la conquista española, sus realizaciones y aportes a la cultura y la religión ¿Es momento de abandonar los odios irracionales? ¿Estamos en camino hacia una reunificación civilizatoria? ¿Cuáles fueron los aspectos positivos y negativos de la colonización europea y sus efectos en las poblaciones del nuevo mundo? Para Página en Blanco, 5 analistas debaten sobre estas y otras cuestiones.
Horacio Alva Pazos: “En nuestras venas corre sangre indígena, europea, asiática y africana. Aunque no nos guste, ni deseemos que así sea”
Esta absurda discusión continúa porque hay personas que se pasan la vida protestando. Discuten y protestan por cualquier cosa, y buscan a otras personas con las cuales agruparse para protestar. La presencia española –y europea– en nuestro continente generó, además del mestizaje étnico, una transculturización que no podemos negar ni remediar. Ahora que entendemos algo sobre el genoma, debemos admitir que en nuestras venas corre sangre indígena, europea, asiática y africana. Aunque no nos guste, ni deseemos que así sea. Si los españoles no hubieran sometido al Tahuantinsuyo, no existiría el Perú, ni la marinera, el landó, ni el vals criollo. No habría los cientos de miles de peruanos apellidados Pérez, Sánchez, Rodríguez, o García… Ni un equipo de fútbol con la mejor barra del mundo. Felizmente, cuando estudié educación primaria y secundaria, tuve excelentes maestros. Ellos enseñaban la historia tal cual fue. Dejaban fuera del aula sus ideologías. Ganaban poco, como los profesores de ahora, pero el magisterio era una profesión digna para ellos.
Antes de entrar a clase se despojaban de sus frustraciones y resentimientos –si es que los tenían–, porque los alumnos no éramos los culpables. Por cierto, dependía de cada estudiante aprovechar o desaprovechar sus enseñanzas. Es muy probable que éstos últimos son los que ahora pregonan que “América no fue descubierta, sino invadida y saqueada” e irresponsablemente contagian con sus absurdos odios a niños y adolescentes. A mí me inculcaron que “hay que conocer la historia para no repetirla” y nunca pretender alterarla de acuerdo con criterios personales o a intereses ideológicos.
Horacio Alva Pazos es miembro honorario del Instituto de Estudios Vallejianos de la Universidad Nacional de Trujillo. Fue fundador del diario vespertino “Satélite” (1969), colaborador del Diario La Industria y autor del libro “Sucedió en Trujillo…anécdotas” (2008).
Alberto Pinillos Rodríguez: “La historia nos obliga a pensar que en el mundo no hay gente que deba vivir sola, sino en sociedad”
El indígena no comprendió la clase de religión que tenían los españoles. El español tenía una religión que tampoco podía inculcarse muy suavemente a los indígenas. Todo fue forzado. Hay que pensar que cuando descubren América, el Vaticano con los españoles habían firmado un convenio de descubrir estas tierras porque estas eran de Dios y de la santa iglesia.
Los indígenas fueron explotados al comienzo, pero a poco fueron despertando hasta que comienzan los movimientos y las reacciones de madurez de este abuso que existía. Pero la historia nos obliga a pensar que en el mundo no hay gente que deba vivir sola, sino en sociedad. Y en este caso hay un choque de dos culturas. Se dice que de una cultura civilizada y de una cultura salvaje. Pero esto no es así porque el salvaje también tenía su civilización.
El descubrimiento de América fue una casualidad porque la gente estaba acostumbrada a viajar al oriente por tierra o por mar. Pero cuando los turcos toman Constantinopla se cortan los viajes a oriente. Colón se entera que los árabes habían salido de España y pide el apoyo económico a los reyes católicos. Entonces vienen a un mundo desconocido que nos figuraban con animales raros, con hombres que comían carne humana, etc. En esa unión de ambas culturas es que se forma el mestizaje cultural. Los españoles trajeron la religión, la vestimenta, la costumbre y la cultura occidental en general.
Alberto Pinillos Rodríguez fue Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo. Investigador, cronista y docente de Historia y Geografía. Además, es el único peruano miembro de la National Geographic Society, la asociación de geografía más prestigiosa del mundo.
Domingo García Belaunde: “Me parecen movimientos políticos que en nada ayudan a la unificación de América Latina”
Creo que estos movimientos indigenistas e hispanistas tienen intereses políticos. Por una razón, el descubrimiento de América o el encuentro de los dos mundos como lo quieran llamar fue un hecho histórico. Está ahí y no lo podemos olvidar. Es como decía el historiador José Antonio del Busto: “más allá de lo que se piense de Pizarro, el Perú es uno antes de Pizarro y es otro después de Pizarro”.
Entonces, que hubo explotación, por supuesto. Que hubo excesos y revueltas como la de Túpac Amaru, es evidente. El problema es que los hechos hay que entenderlos en su contexto. Eso es lo que hacía todo el mundo en aquella época. Y más bien, la conquista española tuvo el gran mérito sobre otras conquistas, que se planteó en los debates de Salamanca, si era legítimo o no conquistar a los habitantes del nuevo mundo. Hemos tenido 400 años en los que ha habido una mezcla (no completa) en ritos, en religión, en creencias, en comida y en razas que están creando una realidad distinta.
Ahora, después de tanto tiempo hacer, como decía López Obrador, que exigió que los españoles se disculpasen por habernos conquistado, eso me parece ridículo realmente. No podemos trasbordar barreras históricas. Lo que se está haciendo son barreras políticas cuando, por ejemplo, se tiran abajo la estatua de Cristóbal Colón en el Central Park de New York o quieren destruir las tumbas de los héroes porque eran esclavistas. No podemos juzgar a la gente con criterios de ahora. En mi opinión, me parecen movimientos políticos que en nada ayudan a la unificación de América Latina.



Dr. Domingo García Belaunde es académico, jurista y constitucionalista peruano. Secretario General del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional y ex presidente de la Academia Peruana de Derecho. Es además nieto del intelectual Víctor Andrés Belaunde, quien desarrolló la teoría de la cultura como síntesis viviente en la que resalta que “no concebimos oposición entre hispanismo e indigenismo, los peruanistas somos hispanistas e indigenistas al mismo tiempo”.
Hernán Yamanaka Canales: “Como todo proceso de conquista, el de América es sumamente ambivalente: tuvo lados rescatables, positivos y aspectos terribles, lamentables”
Lo que recordamos el 12 de octubre siempre será controversial: ¿Descubrimiento o conquista? Me parece que ambas palabras lo definen, pero necesitan matices. Para empezar, sí, un descubrimiento, pero para ambos lados: ni Europa sabía de la existencia de nuestro continente (de hecho, Colón pensaba que viajaba directamente hacia Catai (china) y Cipango (Japón); ni las civilizaciones del continente conocían la existencia de Europa. Y también fueran conquista: España salió en búsqueda de una nueva ruta al oriente por razones económicas (retomar la Ruta de la seda y reconstruir el erario del reino empobrecido en las guerras de reconquista). Entonces, en lugar de retomar el comercio con Oriente, encontró, sin quererlo, una tierra más accesible y fácil de sojuzgar. Como todo proceso de conquista, el de América es sumamente ambivalente: tuvo lados rescatables, positivos y aspectos terribles, lamentables. Porque en los asuntos de este tipo ni todo es oro ni todo es podredumbre: todo es humano.
Y ya sabemos que los seres humanos somos capaces de todo lo noble y de todo lo abyecto, sobre todo en tiempos desconcierto y exacerbación de las pasiones. En mi opinión, la extremada complejidad del asunto, el relativo poco conocimiento popular de los hechos (se manejan muchos prejuicios), nos piden un equilibrio para no aceptar, fácilmente, la “leyenda negra” (todo fue un desastre) ni la “leyenda blanca o rosa” (todo fue benéfico).
El asesinato de George Floyd despertó enconos raciales soterrados en USA, enconos que se vinculan a su propia historia interna: también se atentó contra estatuas de personajes del sur confederado. Y Colón aparece públicamente como el representante del lejano origen de esos atropellos, una persona-síntesis a la que simbólicamente hay que denostar, sin investigar mucho si corresponde históricamente a lo sucedido. Estas iras sectoriales afloran sobre todo en momentos de desconcierto general como el que vivimos por la pandemia, son tanto reivindicación como catarsis de masas. Colón es un personaje con varios ángulos: fue un intrépido navegante y también un mal gobernante (su desempeño como virrey fue penoso); probablemente con un lado idealista, incluso por motivos religiosos y, al tiempo, deseoso de ganancias. Es claro que la empresa española del descubrimiento y conquista fue en sus lados ingratos mucho más allá de lo que hizo o pensó Colón.
Hernán Yamanaka Canales. Educador y filósofo (Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, Universidad Marcelino Champagnat y Pontificia Universidad Católica del Perú y de la Universidad Marcelino Champagnat).
Juan Fonseca Ariza: “El reto es no convertir la historia en pura ideologización”
Creo que en la actualidad las dos posiciones mencionadas ya no se plantean de manera tan simplista, al menos no en el medio académico y cada vez menos en la opinión pública. Lo que no significa desconocer que siguen contando con gran audiencia, en especial el discurso indigenista. Como este asume que el núcleo identitario de los latinoamericanos es lo indígena, entonces ha construido la narrativa del genocidio español. Es decir, que hubo una intención premeditada por parte de los españoles de exterminar a la población originaria.
El orden colonial se estableció sobre la base de un discurso racista y opresor que, en sus inicios, incluso dudó de la condición humana de los nativos americanos. No obstante, los estudios de la demografía posterior a la ocupación española ponen de relieve que una de las causas más importantes de la caída de la población indígena fueron las epidemias traídas por los europeos.
De alguna manera, la biología fue la aliada inconsciente de los colonizadores europeos. Poner en relieve este factor no niega los efectos dantescos que tuvo la ocupación europea sobre los pueblos americanos: en su cultura, su organización, su manejo del espacio, sus saberes, etc. Por su parte, el hispanismo más recalcitrante creo que ha caído en la irrelevancia, aunque debo reconocer que, en ciertos círculos ultraconservadores, en particular en la extrema derecha católica, todavía se defiende la ocupación europea de América bajo el argumento de la cristianización o civilización. Lo que sí cuenta con mayor audiencia, en especial en España es la reacción ante la llamada “leyenda negra” de la conquista, uno de cuyos exponentes principales fue el historiador Joseph Pérez.
Esta postura sostiene que las críticas al rol de España en la historia americana se deben a razones políticas relacionadas con los juegos de poder entre las potencias imperialistas europeas. Ante ambas posturas, conviene seguir investigando el pasado, con el debido rigor, sin dejar de reconocer que toda narrativa que se construye se enmarca siempre en el marco de una ideología. El reto es no convertir la historia en pura ideologización. Evito emitir juicios de valor sobre el pasado. Lo siento un poco anacrónico. En todo caso, depende desde donde nos enunciamos.
Evidentemente, la ocupación europea provocó la destrucción de los sistemas de vida y las culturas de los pueblos americanos originarios. Si nos enunciamos ahora desde la identidad indígena, sin duda asumiremos que la ocupación europea fue absolutamente negativa. No obstante, es casi seguro que dicho juicio se enuncie en español, el idioma de los conquistadores, y posiblemente en la boca de alguien que profesa el cristianismo, la religión de los colonizadores. Entonces, más que hablar de “perjuicios” y “aportes” es mejor reconocer que nuestro presente es el resultado de un encuentro violento y asimétrico entre dos actores que finalmente son parte de nuestro pasado. Asumir con madurez que sin la tradición indígena nuestra identidad se diluiría, y que sin la tradición española no podríamos comprender lo que ahora somos como colectividad, como sociedad. Es reconocer que la violencia es parte de nuestra historia. La pregunta es qué hacer para evitar que dicha dinámica se siga repitiendo en el hoy.
Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Es egresado de la Maestría de Historia de la misma universidad. Actualmente labora como Profesor de Humanidades en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Entre sus publicaciones sobresalen Misioneros y Civilizadores. Protestantismo y Modernización en el Perú. 1915-1930 (2002) y La formación del Estado (1827-1883). En: Serie: Historia del Perú, vol. 10 (2011).
Edición: Sofía Salazar Gallo