Opinión: Ciudadanía para un nuevo bicentenario

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¿Destruir o construir? He ahí el dilema.

Esta frase podría describir nuestra agitada historia durante estos primeros 200 años de República peruana o de lo sucedido políticamente y en contienda electoral (una vez más) con el país en los últimos meses, la frase refleja la agudización del comportamiento político de nuestra sociedad; un comportamiento que no es exclusivo de las autoridades o del grupo de personas a las que llamamos “políticos/as” sino que incluye a todas y todos: líderes de opinión, estudiantes, trabajadores, jóvenes, ciudadanía en general.

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Solo basta ingresar a cualquiera de las redes sociales para observar que “destruir” es la consigna ante toda persona que no comparta nuestros postulados u opiniones, y sobre quienes pedimos mesura o prudencia en situaciones complejas e incendiarias es imperativo tildarlos de “tibios/as”.

Pero no, este falso dilema es resultado de utilizar la política como herramienta de confrontación para desmerecer al “rival”, sin sustento de fondo (lo realmente importante) y muchas veces sin escatimar las formas llegando al insulto y difamación, cuando la verdadera política es un noble medio para la búsqueda del bien común, a través del servicio hacia los demás y sobre todo hacia las personas que se encuentran en algún estado de vulnerabilidad.

Y aquí debemos centrar una especial atención, puesto que, para lograr un cambio de estas prácticas en las personas que representan a nuestra sociedad (sean autoridades, políticos/as, líderes de opinión, entre otros) tenemos que modificar nuestras conductas; así como es necesario abandonar enseñanzas, hábitos y estereotipos para dejar de ser una sociedad machista, es necesario re aprender y constituir una nueva ciudadanía, la que nos permita ser una sociedad que realmente ponga en práctica los valores democráticos. Y como consecuencia de ello lograremos tener mejores representantes en todos los niveles de la política, tanto la política nacional como también la política local (la cual muchas veces dejamos de lado).

Para lograr esta nueva ciudadanía, la que nos permita afrontar de manera constructiva los grandes desafíos de los siguientes años, resolviendo nuestros problemas sin dejar de pensar en las futuras generaciones, es indispensable la formación (aunque parezca algo trillado). Y no efectuemos la tradicional relación de formación – colegio. ¿Es necesario reforzar la formación dentro de los colegios? Sí, sin duda, pero debemos ir más allá.

Y la mejor forma de hacerlo es desde la sociedad civil, dejando lado nuestras pasiones o simpatías políticas, trabajando en conjunto para construir una ciudadanía para un nuevo bicentenario. Es posible, lo haremos.