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Dewi Zamora Mendoza
Son diferentes los motores de crecimiento económico sostenido. A los factores como la educación, fuerza laboral, infraestructura, entre otros de los que tradicionalmente se habla en discursos -especialmente políticos-, debe sumarse la ciencia, tecnología e innovación (CTI) que desde hace décadas países como los miembros de la OCDE vienen prestando atención e inversión, y que las economías del Este del Asia advirtieron e implementaron como parte de su estrategia de despliegue económico, llegando incluso a modificar el mapa económico mundial.
Los países de América Latina, incluido el Perú tienen un sistema de CTI bastante débil pues históricamente ha sido siempre dejado de lado por parte de las autoridades. Sin embargo, cuando el expresidente Sagasti asumió el gobierno de transición, personalmente se elevaron mis expectativas en cuanto a la promoción de la CTI en el país, debido a su larga trayectoria académica y laboral en la materia. Previo a finalizar su mandato, promulgó el primero de julio, la Ley N.º 31250, que crea y norma el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SINACTI) y regula los fines y funciones del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Concytec).
Si bien la promulgación de esta norma es alentadora para quienes reconocemos la importancia de la CTI para elevar la competitividad nacional, un Sistema Nacional de Innovación (SNI), no puede basarse solamente en una norma, pues de acuerdo con diferentes investigaciones sobre esta problemática en el país, no pasa por un tema de reglamentación, sino justamente de lo que verdaderamente significa un SNI, es decir, una real coordinación y articulación entre sus actores que involucra también al sector privado y los centros de investigación, universidades. Además, requiere de una mayor inversión y no únicamente pública, sino también por parte del sector privado, pues finalmente, ponerle énfasis a la innovación tecnológica y al capital humano en las empresas redundará en el aumento de su productividad.
Ha sido alentador que haya estado en discusión el tema de la importancia de la CTI en la campaña presidencial pasada pues se inicia el reconocimiento, de una política pública necesaria para sostener el crecimiento económico del país, más aún en medio de una crisis financiera a causa de la pandemia de la Covid-19. Este interés aparentemente viene materializándose con la próxima creación de un Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación Tecnológica, mencionada en el discurso del presidente Pedro Castillo el pasado 28 de julio y de la cual se llevó a cabo recientemente una reunión de coordinación con un grupo de científicos a fin de abordar el proyecto de ley para su creación[1].
En este marco, las expectativas para tener un robusto y articulado SNI vienen trasladándose a hechos concretos por parte de nuestras autoridades, de quienes esperamos que este interés no sea pasajero y que realmente sean conscientes de la importancia de la promoción e inversión de la CTI para el desarrollo nacional, y contemos a un mediano plazo, con investigadores talentosos y con las herramientas suficientes para desenvolverse dentro del país, y con tecnologías adecuadas para incrementar nuestra competitividad a nivel internacional.