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Hoy en día, con el uso frecuente de las redes sociales, se tiende a dejar de realizar las tareas a las que deberíamos dedicarnos para darle tiempo a las que no. Con cada permiso que nos damos para revisar el teléfono, prometemos pasar unos cinco minutos, terminado de pasar un prolongado tiempo con la mirada fija en la pantalla, para después de «diez minutos» darnos cuenta de que el tiempo pasó volando. A todo esto, ¿Cuál es la relación de la procrastinación con las redes sociales?
Quien procrastina, sobre todo centrando su actividad a navegar por Internet, chatear, contactarse con otros, además de postergar lo que tiene que hacer, pierde el tiempo, reduce la calidad y la productividad del trabajo que tiene que realizar. A este fenómeno relacionado con el uso de las redes sociales, se le denomina ciber-pereza (cyberslacking en inglés) y se define como el uso de Internet para una tarea no relacionada con el trabajo durante las horas.
En estudiantes, por ejemplo, pasar mucho tiempo en redes sociales cuando no se debería, afecta el rendimiento, daña las habilidades cognitivas y de retención, principalmente por el uso de redes sociales durante horas de clase (McKeachie y Svinicki, 2013). Asimismo, la procrastinación académica se está convirtiendo en un serio problema que se da por una inadecuada gestión del tiempo (Matalinares et al., 2017). Quienes la ponen en práctica, suelen poner excusas y justificar retrasos, evitando el sentimiento de culpa a cambio de no realizar labores académicas (Sánchez, 2010). Por último, se ha relacionado a procrastinación académica con la baja autoestima (Quant y Sánchez, 2012) y ansiedad o frustración (Ferrari et al., 1995).
A todo esto, teniendo en cuenta los perjuicios y factores que involucran esta actitud, ¿Cómo se puede combatir la procrastinación? A continuación, se dan algunas recomendaciones:
- Organizar y manejar mejor el tiempo: Anotar todas las actividades que se llevarán durante la semana, sean o no importantes, observando el tiempo que hay entre cada actividad, aprovechando el lapso que hay entre cada una para hacer algo. Ejemplo: estudiar.
- Accionar y luego gratificarse: Realizar una actividad que normalmente evita hacer y premiarse con una que suele hacer. Ejemplo: si usted suele ver televisión y no suele estudiar, puede dedicarse a estudiar primero para después estudiar.
- Avanzar de manera gradual: Cuando la tarea pendiente es compleja, es importante dividirla en pasos pequeños, hacerla poco a poco en lapsos breves durante la semana.
- No esperar a que las ganas aparezcan: Empezar una tarea, aún cuando no se tienen ganas, pueden generar un incentivo que hace que aparezcan de manera espontánea para continuar. (Dahab, et al., 2003)