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Esta es la primera crónica de la serie «Drag dreams» de Página en Blanco.
- Desde hace aproximadamente cinco años, la escena y cultura drag o del transformismo ha tomado mayor fuerza en el país, como en muchos otros países de América Latina y del mundo. Es casi un consenso que este cambio se debe a la mayor exposición de drag queens en los medios masivos y en la cultura pop. Aquí, artistas comparten sus historias de pelucas, maquillaje, llamativos trajes, presentaciones y, sobre todo, valentía.
(*Si bien uno de los personajes se identifica como no binario, a fin de evitar confusión en el texto, se ha utilizado el pronombre masculino con el consentimiento de esta persona)
Era 2017, año en que Lima fue invadido por drag queens del reality RuPaul’s Drag Race: Bianca del Rio, Alaska, Manila Luzon, Alyssa Edwards, Kim Chi, Katya, Adore Delano, Milk y muchas más: un sueño para los fans del programa. En ese entonces, Ram Luza (38 años) —quien se identifica como no binario— aún no sabía mucho sobre la cultura drag. Él era compañero de cuarto de una drag queen, a quien acompañaba a sus presentaciones para ayudarla. Su cercanía a este mundo hizo que le gustaran las luces, la energía y las palmas de la gente que recibían las artistas en el escenario. En poco tiempo, Ram se convertiría en Fox Drag Queen.
Hace cinco años, en un concurso en Lima para nuevas drag queens se animó a presentarse. «Yo nunca me había puesto una peluca, pero soy de las personas que hacen cosas nuevas», comenta. Su amiga drag lo animó a hacerlo. «Fui maquillado y me presenté como Jessica Fos. Jessica por el personaje de una novela que estaba viendo en ese momento y Fos porque se me ocurrió en el momento cuando entrevistaron en el evento. Luego mi nombre cambió a Fox porque decían que, efectivamente, yo era un poco ‘fox’…», cuenta riendo un poco sobre la anécdota.Esa noche, la dueña del local le dijo que vuelva la próxima semana. Así cerró su primer contrato.
Fox recuerda que en ese grupo de nuevas drag queens conoció a artistas que actualmente son bastante reconocidas en la escena local, con quienes fue aprendiendo más de este arte y cultura.
Desde ahí continuó con sus espectáculos. La preparación y la atención a los detalles para cada una de sus presentaciones son arduas, aunque luego el espectáculo solo durara unos pocos minutos.
Si un cliente quiere que prepare un espectáculo nuevo, entonces el trabajo es mayor. «Tienes que preparar el vestuario: comprarte la tela, diseñar. Te vuelves diseñador de modas y costurero. Hay otras personas que lo mandan a hacer», explica.
También debe buscar una canción aparente con la temática solicitada por el cliente. «Hay que hacer la mezcla. Te vuelves dj». Y como las pelucas no se peinan solas: «Te vuelves estilista». Luego, hay que definir el maquillaje, pero, en este caso, Fox ya es maquillista profesional.
Todo esto y aún faltan ensayar. Hay que plantearse en qué consistirá en sí la presentación. «Si tienes que salir con bailarines, hay que encontrarlos. Te vuelves coreógrafo». Y el día del espectáculo hay que separar todo el día. «Son como cuatro horas de preparación previa para que duré unos tres minutos. Generalmente, todo lo que hiciste no lo vas a volver a usar».
«Cada drag es una productora de una sola persona». Quizás, la descripción más acertada en cuanto a la magnitud de la cantidad de aspectos para desarrollar su puesta en escena.



Un inicio desafortunado
Lia Simone Drag ha llegado a esta historia, con su drag actual femenino y pulido, pero su introducción en este mundo no fue tan glamurosa como hubiese deseado. «Fue horrible».
Regresando al 2017, Lia tenía 19 años e inició su camino como drag queen. «La primera vez en drag fue para una sesión de foto, pero la primera vez en un escenario fue en la discoteca Legendaris».
Como en el caso de Fox, se trataba de un concurso. Tuvo la oportunidad de realizar dos números. El primero fue acompañado del tema Top Secret de Britney Spears. Todo bien. El problema fue en su segunda presentación con Schoolin’ Life de Beyoncé. «Se me cayó la peluca. Recibí insultos del público y la animadora. Me puse a llorar con mi prima. Ahora sé cómo funciona el ámbito del drag y que esto era parte del show», cuenta Lia. Esa noche, asegura, aprendió a la fuerza sobre el mundo drag.
En ese momento, Lia no quería volver hacer drag nunca más, pero su prima la convenció de seguir. No podía ser de otra forma, ya que ella había hecho drag antes de descubrir esta cultura.



Lia es una mujer trans. Toda su vida sintió que era mujer y que vivía en ella una parte femenina. Además, desde que tiene uso de razón, a ella le gustaba usar ‘ropa de mujer’. «Cuando mi papá no estaba en casa, yo aprovechaba para poner música disco, de los ochenta. Me ponía toallas en la cabeza para simular cabello largo. Vivía mi fantasía. Yo hacía esto sin saber qué era el drag, el transformismo».
La primera vez que descubrió el drag fue cuando estaba en primero de secundaria, cuando encontró en la televisión el programa RuPaul’s Drag Race. Vio a hombres super maquillados, llevando increíbles vestidos, usando tacos, coloridas pelucas y sincronizando sus labios con canciones. Quedó encantada. Ella vivía solo con su padre, así que veía el programa a escondidas. Años más tarde, cuando terminó el colegio, vio por fin un espectáculo en vivo en la discoteca Vale Todo. «Me enamoré completamente de ellas. Eran unas muñecas. Pensé que quería ser drag».
Lia, apoyada por su tía, tomó clases de maquillaje y luego de arte dramático e improvisación. El objetivo era uno solo: ser una drag queen. Por eso, esa noche en la que lloró por su mal desempeño no fue la última en la que se mostraría.



Descubriendo su propio estilo
Cuando Fox se inició en el drag, tenía pocas referencias sobre el tipo de espectáculo que podía desarrollar. «Yo pensaba que las drags tenían que bailar, abrirse de piernas, tirarse y por eso me mataba ensayando, pero jamás me iba a salir como a un bailarín. Me frustré».
Fox se puso a investigar más sobre el drag y descubrió que lo principal era el lipsync, es decir, la sincronización labial o fonomímica de canciones. Al poco tiempo, encontró su propio camino en el drag: conceptual, visual y político. Fox utiliza sus espectáculos para hacer reflexionar a su público sobre problemas sociales como la homofobia, la transfobia, la discriminación hacia personas migrantes, el machismo, la violencia contra la mujer.
«Una persona que hace drag es alguien que entretiene y te hace recapacitar sobre un tema. Es también la exageración de una persona, no es solo lo femenino, sino la exageración de un personaje. Es un arte que abarca todo», explica Fox.
En cuanto a su apariencia como drag, tiene dos estilos: uno más femenino, al que denomina Jessica, y otro andrógino, que es Fox. Sus referencias principales son Alyssa Edwards y Sasha Velour, quienes justamente representan estas dos formas.
Con la idea de brindar un espacio para que otras drag queens, drag kings (drag que resalta características estereotipadas masculinas) y personas que representen otras manifestaciones del drag puedan expresarse, Fox creó el concurso The Drag Factor, anteriormente llamado The Queen Factor, que se realiza en una discoteca en Miraflores y también se transmite por medio de redes sociales. «Busco visibilizar al drag nuevo. Invitamos a productores, dueños de discotecas, para que vayan y las vean», cuenta Fox.
Ya son cinco temporadas y una edición especial con algunas de las drag queens más destacadas que han concursado. The Drag Factor ya cuenta con seis ganadoras y más de 70 drag queens, y este 30 de enero un nuevo grupo se prepara para participar.



Lia Simone participó de The Drag Factor. Ahí conoció a Fox, quien tuvo palabras muy lindas hacia ella y ahora es su madre drag. «Se acostumbra a que la madre drag te enseñe desde cero: maquillarte, peinar pelucas, caminar en tacos. En mi caso, Fox me encontró ya hecha, pero me ha ayudado a pulir mi drag. Es mi madre porque mi madre biológica no la tengo».
En el caso de Lia, la característica principal de su drag son los lipsync de temas de los 80 y su estilo femenino en su imagen. «También bailo. Hago mis pasitos», comenta.
Su nombre está inspirado en Ian, su nombre dado al nacer, y en Nina Simone, la fallecida cantante, compositora y pianista estadounidense de jazz, blues y soul, y activista en favor de derechos de las personas afrodescendientes —ella, Eunice Kathleen Waymon, a su vez se inspiró en la actriz francesa Simone Signoret—.
Para Lia, el drag es siempre político. «El drag siempre ha cuestionado todo. Ahora hay drag queens, bio queens (mujeres cisgénero que hacen drag). El drag va a ser muy diferente en cada persona. En mi caso, también es super terapéutico».
Lia cuenta que el drag le hizo darse cuenta de que era una mujer trans. Muchas veces cuando finalizaba un espectáculo, no quería quitarse el maquillaje, las pelucas y todo el outfit recreado. «Era super complicado. Yo en drag me sentía libre, que podía hablar como yo quería. Hace medio año me di cuenta de que era una mujer trans. Fue un proceso muy duro: vivir toda tu vida como un chico y tener que adaptarte para después aceptarte y decir que uno es una mujer».
Ella comenta que muchas mujeres trans han descubierto que lo son por medio del drag.



Perú y el drag
Para Fox y Lia Simone hacer drag y vivir de él, como cualquier expresión artística, es un desafío en el país. Ellas creen que lo que hacen es poco reconocido, a pesar de todo el esfuerzo y la inversión que se hace. «Los clientes no pagan lo suficiente», asegura Fox.
Conseguir todos los implementos para lucir espectacular en cada show tampoco es fácil. Para contar con pelucas, vestimenta o maquillaje de calidad hay que adquirirlos muchas veces en tiendas del extranjero. A diferencia de Perú, en países como Estados Unidos, comenta Fox, los artistas que se dedican al drag son mejor pagadas y también obtienen ganancias de las propinas que el público les da en cada presentación. Aquí, en cambio, algunos empresarios a veces solo les ofrecen pagarles los pasajes y algún canje.



Lia comenta que en Lima el público está acostumbrado al espectáculo de las dancing queens, es decir, aquellas reinas cuyas presentaciones son principalmente coreografías. Por esta razón, cree, son las que más oportunidades tienen.
Aún así, ambas artistas perciben que la escena drag sigue creciendo. «Está mal valorado, pero ahora hay más oportunidades. Ya no solo se ve el drag como para un show de noche en una discoteca, ahora es más comercial. Encuentras espectáculos en cafés, bares, restaurantes, despedidas de soltero, de soltera, quinceañeros. Es una figura de entretenimiento. Hay tiendas de maquillaje que contratan a drag queens para vender sus productos», explica Fox.
«Tengo una gran respecto con las personas que empezaron con el drag en Perú. Solo hace quince años no era como hoy», agrega Lia Simone. Ahora puede ir sin miedo a comprarse unos tacos o maquillaje.
Eso no quiere decir que Perú sea un lugar seguro para las drag queens. Fox cuenta que una experiencia común de riesgo para ellas es tomar un taxi. «Hay taxistas que no te quieren llevar. He recibido golpes de algunos de ellos. También me han robado. Es peligroso si sales a la calle y quieres tomar un taxi. Termina un show. Hay que andar en grupo. Tengo compañeras que han pasado cosas fuertes».



La familia se encuentra
En el 2019, Lia Simone tuvo la oportunidad de aparecer por primera vez en la marcha del orgullo. «Fui con mi familia drag. Estuvimos en uno de los carros. Nos presentamos todas en el escenario principal. Ver tanta gente gritando, quedándose sin pulmón, sin importarle nada, siguiendo el carro fue lo máximo», relata emocionada.
Hace cuatro meses, Lia se fue de su casa porque sentía que no podía seguir conviviendo con su padre. Así, ha iniciado este proceso de vivir de acuerdo a quien es en realidad. «Me alejé un buen tiempo porque, antes de hacer drag, quería terminar de arreglar mi vida personal. Ahora, más tranquila, segura y estable, estoy lista para regresar con mi familia drag a varios espacios».
Lia se encuentra trabajando en un salón de belleza donde su jefa, también una mujer trans, le ha dado la confianza para que ella pueda expresar su imagen como se identifica.
«Ahora me estoy encaminando más hacia el activismo trans porque somos las últimas en la fila, las más humilladas. Estoy planeando contar al público que soy una persona trans», cuenta.
Aunque Fox no mantiene mucho contacto con su familia biológica, ha creado su propia familia drag. Cuando ha sido necesario, ha acogido en su propia casa a sus hijas drags, ya que muchas veces ha escuchado que sus padres no las apoyan o que un familiar las insulta.
Fox junto a Lia y a sus demás hijas drags están ahora listas para volver con fuerza con su concurso para seguir encontrando y promoviendo el talento drag.


