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Esta es la segunda crónica de la serie «Drag dreams» de Página en Blanco.
- Desde hace aproximadamente cinco años, la escena y cultura drago del transformismo ha tomado mayor fuerza en el país, como en muchos otros países de América Latina y del mundo. Es casi un consenso que este cambio se debe a la mayor exposición de drag queens en los medios masivos y en la cultura pop. Aquí, artistas comparten sus historias de pelucas, maquillaje, llamativos trajes, presentaciones y, sobre todo, valentía.
Ana Duque es una drag queen venezolana que actualmente vive en Chiclayo, Perú. Yackson, su creador —su nombre cuando no está en drag—, la describe como una señora que se cuida mucho, que es sarcástica, divertida, de mirada pesada, de voz fuerte y que impone carácter en los escenarios. “A diferencia mía, a ella jamás le gusta pasar bajo perfil. No se calla nada”.
Con 16 años de experiencia artística, y algunos más de vida que no quiere revelar, Ana tiene mucho que contar y qué opinar, sin ningún filtro.
Todo empezó cuando Yackson se encontraba estudiando en la universidad y se vio en la necesidad de trabajar. Así, consiguió un puesto de mozo en una discoteca gay en Caracas. Ahí fue la primera vez que vio un espectáculo de transformistas y le llamó mucho la atención. Comenzó a indagar sobre este mundo.
“En Venezuela, se le dice travesti a quienes hacen el trabajo que yo hago, es decir, eres un chico que te travistes para hacer un personaje del género opuesto. El termino drag no se utilizaba hace algunos años. En sí lo que se hacía en mi país eran más imitaciones y actuación”, cuenta.
Al poco tiempo, cuando Yackson se encontraba bailando con unos amigos en una discoteca, se le acercó el encargado del lugar para invitarlo a que preparase una presentación en el local en los siguientes días. Él nunca lo había hecho, pero aceptó.
A los quince días, sin saber nada de maquillaje, se preparó para sus imitaciones. “Desde ese día, los locales no me soltaron”.
Principalmente imitaba a celebridades femeninas como Cher, Liza Minnelli, Rocío Jurado, Rocío Durcal, aunque también tenía espacio para artistas masculinos como Juan Gabriel, el Puma. También creaba a sus propios personajes, sobre todo para sus espectáculos de stand up comedy.
En Venezuela, fue parte del programa Buscando los consagrados 2015 de Sábado Sensacional, en el que participó como doble de artistas. Esto le permitió interpretar más de una vez a la cantante, actriz, compositora y presentadora venezolana Mirla Castellanos, conocida en el mundo como La Primerísima.
El momento de su personaje Ana Duque no sería hasta algunos años más adelante cuando dejó Venezuela. “Comencé a hacer una carrera que en mi país me permitió llegar a la televisión, teatro e incluso al cine, pero salí de mi país porque quería experimentar y saber si afuera me podría ir mejor”.
En el 2016, Yackson partió de Caracas en bus para dejar Venezuela, como muchos otros de sus compatriotas. La diferencia es que él en sus maletas llevaba sus pelucas, maquillaje, vestidos de gala y tacos. No tuvo ningún inconvenientes con viajar con sus implementos de trabajo, aunque solo en una ocasión, en Ecuador, lo llamaron unos guardias al Departamento de Antinarcóticos. Ellos abrieron sus maletas y le preguntaron qué era todo eso. Ella describió lo que tenía y les contó que es un artista transformista. “Uno viaja con todo eso, como los circos”, comenta.
Después de quince horas de viaje, llegó a la frontera en Colombia. Ahí estuvo en varias ciudades, entre ellas Medellín, Melgar y Bogotá.



Y dijo: “Ana Duque”
En Colombia, participó de diversos concursos y ganó muchos de ellos. La primera competencia fue en Medellín en el 2017. Él imitó a Yuri. Antes de iniciar la competencia, le preguntaron por su nombre artístico y él respondió: «Yackson».
El productor, narra Yackson imitando su acento, le dijo: “¿Cómo es así que la vamos a presentar como Yackson si usted es un mujerón grandísimo? Tiene que tener un nombre femenino de transformista”.
Yackson se tomó un par de minutos y dijo el nombre de su madre: “Soy Ana María Duque”. Al día siguiente, después de ganar el concurso, encontró su foto en un periódico de la ciudad y leyó: “Ganadora de ‘Yo me llamo LGBTIQ’ Ana Duque”.
Desde ese momento, es Ana Duque y a partir de este párrafo, se utiliza en el texto el pronombre femenino en referencia del protagonista de esta crónica. Así nace, en Colombia, el nombre, pero el personaje fue evolucionando en el tiempo.



Además del surgimiento de este personaje, la experiencia en Colombia fue muy positiva para Ana Duque porque percibió mayor tolerancia. Cuenta que solo ahí se ha atrevido a recorrer varias calles en drag durante la noche, sin que nadie la molestara. En los otros países que ha conocido, ha preferido evitarlo para no encontrarse con momentos incómodos.
Más adelante, en el 2018, viajó a Lima. A los pocos días de haber llegado, un amigo suyo que trabajaba como mozo en una discoteca del Centro Lima la puso en contacto con su jefa, quien decidió contratarla. “El primer día mostré mi show. Ese día no me iban a pagar, pero la señora me dio para la movilidad. Al siguiente día, sí hice un show pagado”.
Desde ahí, comenzó a trabajar de manera continua en la discoteca. Pasaron solo dos meses en Lima y ya había logrado presentarse en muchos lugares.
“Uno no se puede quedar parado para que te lleguen las cosas”. Ana Duque se puso en contacto con diversas personas para seguir con su espectáculo hasta que formó parte de El show de La Tía Tula en la discoteca de Legendaris.
También logró estar en Microteatro Lima. “Antes que las drags peruanas”, precisa. Ella realizó varias temporadas y participó de distintas obras. Una de ellas, Jirón Washington, en la que trabajó con el actor Dante del Águila, trata sobre las mujeres trans que se prostituían en esta calle de Lima en los años noventa y eran víctimas de los llamados “matacabros”.



Ana Duque y la comunidad LGBTIQ+
Ana ha tenido la oportunidad de hacer espectáculos para distintos públicos. “Mi show no es sectorizado, sino el de una mujer que ha pasado cosas y que ha tenido que trabajar, como todo el mundo, y que le ha tocado barrer, vender arepas. No es solo para gais. Ana Duque no se siente parte de una comunidad. Está en contra de que la encierren como si fuera ganado”.
Ella considera que todo lo que ha logrado ha sido porque le ha puesto ganas y se ha esforzado, por eso rehúye a la idea de creer que pertenece a una comunidad LGBTIQ+. Para ella, las personas son parte de una sociedad completa.
“Cuando me subo a un taxi, el señor que me lleva quizás es un señor de familia; quizás es un estudiante que me traslada y luego se encuentra con su novia; quizás es un joven gay respetuoso que mientras estoy en el carro, solo se dedica a manejar”.
Ana Duque cree que toda Latinoamérica le falta madurar sobre el respeto a todas las personas. “Los latinos tenemos como un complejo de inferioridad. No solo deben cambiar las personas heterosexuales. Yo que trabajo de noche veo tantas cosas y digo: ‘¡No puede ser!’. Hay demasiado choque social dentro de la misma comunidad. Ves gais insultando a una chica transexual… También he visto cómo público peruano le grita a una drag peruana que se largue en medio de su presentación”.
Ana aprovecha su humor negro para incluir en su espectáculo chistes de esta mala educación que observa dentro de la misma comunidad LGBTIQ+. Es decir, critica en su cara a las personas LGBTIQ+ y las hacer reír de ellas mismas. “Mientras mueren de la vergüenza”, asegura.



La vida tranquila
La pandemia, el estado de emergencia y las medidas de aislamiento hicieron imposibles las presentaciones de las drag queens. Como muchas personas, Ana también se vio afectada. Por eso, en junio de 2021 decidió mudarse a Chiclayo por trabajo, donde comenzó una nueva vida.
“Aquí hay una sola discoteca. La movida es menor que en Lima.Tengo una vida tranquila”, comenta. Solo de manera ocasional, vuelve a la capital para hacer algunas presentaciones.
Aunque el drag le ha dado muchas satisfacciones, Yackson no se ve en el futuro cercano regresando a Lima o trabajando todas las noches de drag. Por ahora, valora esta vida más tranquila.
Desde Chiclayo celebra a Ana Duque, esa señora que no priva a su lengua de expresar ninguna opinión y que, al mismo tiempo, respeta a su público y pide respeto por a sus colegas.
“Esta noche, grandes artistas nos acompañan en el escenario. Vamos a recibirlos con un gran aplauso. No porque el artista vaya a pagar el mercado con sus aplausos, sino porque pararse aquí para entretenerlo a usted tiene un mérito y un valor, y, créame, el monetario no alcanza”.


