Editorial: A mis amigos, todo

Tras el nombramiento de Vicente Zeballos como embajador del Perú ante la Organización de Estados Americanos (OEA), ya no solamente queda en evidencia la incapacidad del gobierno del presidente Martín Vizcarra en establecer una estrategia clara contra la pandemia de la COVID-19, sino que además se hace evidente la red de favores políticos que existe alrededor del entorno presidencial, lo que es realmente preocupante.

En los últimos meses, se ha destapado una serie de denuncias hacia el presidente Vizcarra sobre supuestos favorecimientos a personas cercanas a su entorno. El 2 de agosto de este año, el programa de televisión Panorama publicó un reportaje en el cual se reveló irregularidades en la contratación de amigos, y familiares de estos, del presidente en cargos públicos del Estado. También reveló una serie contrataciones irregulares realizadas por Miriam Morales, secretaria y mano derecha del presidente, a sus familiares, así como la contratación de la concuñada del presidente, Rossmery Silva Acevedo, en FONCODES (hecho denunciado por Panorama el 13 de julio de este año). Por si fuera poco, debemos agregar la contratación de personajes como Richard Swing en el Ministerio de Cultura, quien fue cercano al presidente durante la campaña.

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Más allá de disipar las dudas acerca de la existencia de un gobierno nepotista, que favorece a los amigos y familiares, el presidente ha decidido nombrar a Vicente Zeballos, otrora primer ministro, como embajador del Perú ante la OEA. Un hecho que ha sido calificado por el vicepresidente del Congreso, Luis Valdez, como un “tarjetazo”.

Este hecho, si bien no es ilegal, representa un premio a alguien que lleva en su haber una gestión fracasada en la lucha contra la epidemia en Perú que, al día de su retiro del premierato, ya tenía una cifra de 12,417 muertos. Sumado está la negatoria de recibir oxígeno donado para las ciudades de Arequipa y Moquegua, hecho que se conoció después de su destitución, así como el ocultamiento de la cifra de los muertos que se viene sincerando hasta nuestros días.

Por si fuera poco, una retahíla de casos de corrupción como la compra de un avión fantasma valorizado en 65 millones de dólares por parte del exministro del interior Carlos Morán o la sobrevaloración en la compra de las mascarillas para la Policía. Y, para concluir el currículo de Zeballos: dejó al país sumido en una de las peores crisis económicas de su historia, a miles de niños sin educación al no recibir las tablets prometidas por el Gobierno y decenas de muertos en las cárceles por falta de atención sanitaria.

El nombramiento de Zeballos para representar al Perú en Washington D.C. es el triunfo del “mercantilismo” sobre la meritocracia, no solo porque tenemos un cuerpo diplomático capacitado para asumir la función, sino porque fuera del mencionado cuerpo existen muchísimas personas mejor capacitadas para asumir el cargo que el ex primer ministro. Sin embargo, el intercambio de favores políticos es la política del presidente Martín Vizcarra, no solo por las contrataciones que hemos visto anteriormente, también la puerta giratoria que permite el retorno de figuras no deseadas como el caso del exministro Víctor Zamora, a quien querían como consultor de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM).

Urge que se empiece a investigar a profundidad esta puerta giratoria que existe en el Gobierno y alrededor de Martín Vizcarra. Donde no hay meritocracia, donde no se respetan las normas, donde no se escucha, en el contexto de una estrategia fracasada que se sigue aplicando por falta de sentido común y terquedad, no impera la democracia, sino la dictadura de la corrupción, los «amiguetes» y la mediocridad.