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“La llanura es bella y terrible a la vez; en ella caben, holgadamente, hermosa vida y muerte atroz. Ésta acecha por todas partes; pero allí nadie la teme. El llano asusta; pero el miedo del llano no enfría el corazón: es caliente como el gran viento de su soleada inmensidad, como fiebre de sus esteros. El llano enloquece y la locura del hombre de la tierra ancha y libre es ser llanero siempre”.
Rómulo Gallegos, Doña Bárbara.
Desde todo punto de vista, el arte es un terreno ideal para expresar ideas, apoyar causas y levantar protestas. Sobre todo, en tiempos de crisis e incertidumbre, el ser humano necesita materializar sus pensamientos abstractos y sus más profundos demonios en algún tipo de expresión creativa.
Escribir, dar el primer trazo sobre un lienzo, pintar un grafiti en la pared de una calle peligrosa, rapear contra las injusticias del gobierno o interpretar las notas de una canción. El arte, en sus múltiples facetas, demanda al individuo cultivar una sensibilidad auténtica para transformar la realidad en algo bello y humano.
En el caso venezolano, la crisis política y económica no ha sido un impedimento para que los artistas utilicen su imaginación como un arma poderosa en medio de una guerra que parece no tener fin. Así, a través de sus trazos y voces, un grupo de artistas del país llanero han denunciado la escasez de alimentos y medicinas, la violencia en las calles, y su descontento hacia un gobierno que continúa firme en una ideología trasnochada, mientras que el pueblo se va alejando cada vez más de su libertad.
El genio detrás La Prostituyente
“El comunismo es el opio de los intelectuales de bajo nivel”, es una de las frases más populares de Marcos Ramos Celis. Este diseñador gráfico, residente en el Estado Lara de Venezuela, ha sido firme en sus convicciones democráticas y en su pasión por el arte. A través de sus ilustraciones, Ramos busca denunciar a los sistemas políticos que pretenden destruir las libertades del ser humano, “convirtiéndolo en un borrego cuya virtud es ser miembro de un partido político o de una religión”.
En una entrevista para el diario El Español, Ramos, dice: “hay que hacer el esfuerzo, es la única forma en mi caso de poder ilustrar una realidad que es, a mi juicio, ilógica y anormal”.
Así, con una estética similar al cómic, el también publicista de 46 años ilustra para sitios web de opinión y análisis sobre la corrupción en su país. Por otro lado, una de sus ilustraciones más importantes fue parte de la portada del disco Rock contra la dictadura. Venezuela, volumen 1, disco recopilatorio que fue distribuido en la VIII Cumbre de las Américas, de la que Nicolas Maduro fue vetado.
La Prostituyente, por Marcos Ramos.
El llano aún brilla en la distancia
Desde el año 2014, la ilustradora venezolana Camila de La Fuente busca en el dibujo una forma de burlar las consecuencias de lo que hace el dictador Nicolás Maduro.
Ella nació en Caracas y a los 22 años tuvo que partir a México. Ahí aprendió a aceptar la autocrítica, a medirse con los más grandes del dibujo y a expandir sus horizontes en el arte que la motiva desde que era una niña. Para Camila, estar en otro país le permitió tener una visión universal para tratar los temas de Venezuela, de una forma que se pueda entender en otros países y traducir gráficamente la situación a nivel internacional.
Sus obras tienen como principal objetivo aportar algo positivo en la sociedad; para ella, esto es una regla de oro, especialmente en los temas que le hacen sentir alguna emoción. Asimismo, su arte transmite mensajes directos, como su famosa ilustración de una secuencia que retrata al dictador flameando la bandera venezolana, cuyas estrellas fueron reemplazadas por unas letras blancas que dicen «¡Hambre!».
Punchlines contra Maduro
Durante los últimos años, el rap latinoamericano ha representado una bandera de lucha a favor de los derechos humanos y civiles. Esto, sin lugar a dudas, ha generado el desarrollo de una cultura propia, cuya finalidad ha sido traspasar fronteras, concientizar a la mente indiferente y alzar la voz sobre el sufrimiento de un pueblo.
El rap venezolano, censurado por la radio y televisión, ha encontrado un espacio de libertad en el internet y las redes sociales. Son varios los artistas, como NK Profeta, Mcklopedia, Emblema Mc o el mítico Canserbero, quienes alguna vez expresaron su malestar ante la opresión del régimen de Maduro, el control de los medios de comunicación, la xenofobia y la agonía que atraviesan las familias emigrantes; miles de caminantes venezolanos que tiritan de frío en la soledad de la carretera, tienen los pies destrozados, el estómago vacío y esperanza de un futuro mejor en una tierra desconocida.
“Mataron a los peones, mataron a los estudiantes, matan lentamente a niños que en la calle mueren de hambre. Pero todavía hay gente que los sigue y los venera. Que vive el socialismo y sin comida en la nevera”.
Con estas letras, reflejo de una cruda realidad, el rapero venezolano Eugenar Palacios (alias Scrop) relata la crisis humanitaria y hospitalaria que vive su país. El tema también hace referencia al tiempo que posee Maduro en el mandato y lo responsabiliza de la falta de alimentos, la masiva migración y la crisis en general desde el ejercicio de sus funciones.
Arte que emerge de la crisis
Jesús Arambulet Acuña tenía 16 años cuando abandonó su añorada ciudad Los Teques, ubicada en la capital del Estado Miranda en Venezuela. Después de un largo recorrido en bus, junto con su madre, sus hermanos y su tío, llegaron al Perú en búsqueda de un mejor futuro.
A pesar de las consecuencias que la dictadura de Maduro trajo para su familia, Jesús recuerda que nunca dejó de lado su sueño de convertirse en un cantante profesional. Desde muy pequeño se aventuró en el mundo del trap y el hip hop, escuchando a artistas de la talla de Lin Zupa, Scrop, Duki, Travis Scoot y el venezolano Akapella. Además, solía disfrutar con su hermano (hoy residente en España) de las batallas de gallos de la Freestyle Master Series, conocida como FMS.
Jesús recuerda que a los 14 años su hermano puso un formato de batallas de gallos para aprender a improvisar. Sin embargo, nos cuenta que la primera vez que lo intentó no le salió del todo bien, ya que no encontraba la forma de conectar sus palabras con la instrumental y muchas veces terminaba rapeando incoherencias en vez de rimas sólidas y creativas. Pero con el tiempo fue perfeccionado su técnica y desde ese entonces no ha parado.
“Como me llamaba la atención este arte yo seguí buscando, practicando y perfeccionando mi estilo. Recuerdo que me grabé y me gustó lo que hice. Ahí fue donde empecé a componer canciones. Ahora hago de todo. Trap, rap, freestyle, lo que sea. Tú solo ponme una base”, dice para Página en Blanco.
En algún momento Jesús espera grabar sus canciones en un estudio profesional. Mientras tanto, el continúa perfeccionando su técnica, ya que siente que le falta mucho por aprender. Nos cuenta que ya ha creado 16 canciones de trap, las cuales formarán parte de su primer álbum en un futuro no muy lejano.
Jesús Arambulet Acuña
Desde el año 2010, el subgénero del trap se introdujo en la escena musical latinoamericana con la aparición de artistas como Anuel AA, Bad Bunny, Arcangel, entre otros exponentes. Así como el reguetón en su mejor momento, el trap latinoamericano ha sido fuertemente criticado debido a que sus letras reflejan un contenido vulgar, poniendo énfasis en el sexo, las drogas, la violencia contra la mujer y el egocentrismo. Un claro ejemplo de esta polémica fue la canción “Cuatro Babys” del cantante colombiano Maluma, quien fue criticado por varios medios comunicación y colectivos feministas que lo consideraban machista y misógino.
Jesús, por su parte, se proyecta en hacer algo diferente con este género. La temática de sus canciones se centra específicamente en sus vivencias del pasado, sus proyectos para el futuro, los falsos amigos y el optimismo frente a la adversidad. “También escribo canciones para que la gente se sienta identificada. Por ejemplo, cuando quieres lograr algo, pero están esas barreras que te impiden hacerlo. Mi idea es buscar un estilo nuevo e intentar hacer algo diferente”, dice.
Según una encuesta realizada por Gallup, empresa norteamericana de análisis y asesoría, los países latinoamericanos (específicamente Ecuador, Colombia y Perú) son los que han experimentado un mayor deterioro en la actitud hacia los migrantes venezolanos. Estos casos de xenofobia y violencia aumentaron como consecuencia de la divulgación de un vídeo en redes sociales, en el que un joven venezolano fue asesinado por un sicario peruano el pasado 13 de febrero en la ciudad de Trujillo. Otro video que también causó indignación fue la agresión hacia una mujer venezolana, quien denunció que un grupo de ronderos campesinos la golpearon con látigos en una calle de la ciudad de Cajamarca.
El discurso xenófobo tampoco ha sido ajeno en el ámbito político. Así lo demostró Esther Saavedra, congresista del partido Fuerza Popular, que fue denunciada por un grupo de activistas y políticos tras declarar que los miles de migrantes venezolanos tienen que salir del país porque vienen a quitarles trabajo a los peruanos. “Malos o buenos tienen que salir del Perú, que se vayan”, sentenció Saavedra. Después de su comentario, el congresista Alberto de Belaunde lamentó sus declaraciones y pidió disculpas a la comunidad venezolana en el país. Asimismo, Héctor Capriles, dirigente opositor a Nicolas Maduro cuestionó sus declaraciones en Twitter: “¡Usted es una vergüenza para la política en Perú y en el mundo!¡respete al pueblo venezolano víctima de una dictadura hambreadora!”.
Al respecto, Jesús publicó un vídeo en sus redes sociales en el que critíca, a través del freestyle, la xenofobia hacia sus compatriotas en el Perú. Según él, los peruanos no debemos tener la mentalidad de que todos los venezolanos son iguales, de que todos roban o matan.
“Si venimos al caso en el Perú también hay gente buena, mala, baja, alta, de clase media y de clase alta. Todos somos seres humanos. Por lo tanto, no deberíamos generalizar de que todos somos iguales. En mi improvisación trato de reflejar esa realidad. Pido disculpas por los malos compatriotas, pero también pido que nos entiendan y que nos extiendan la mano en esta terrible situación”.
Actualmente Jesús trabaja en un car wash en el distrito de La Esperanza, Trujillo. Durante los fines de semana se dedica a escribir más canciones, a perfeccionar las antiguas y a seguir ganándose la vida en el país que le dio una oportunidad.
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