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Hasta hacía unos meses atrás, esta se consideraba la “era de la liberación sexual”, pero la llegada de la pandemia ha puesto en duda eso al tener que cambiar las prácticas sexuales.
Luego de una época de apogeo de la liberación sexual, gracias a la cual se denominó al siglo XX como “la era de la revolución sexual”, entre junio y julio de 1981, el mundo entero se puso en alerta ante la aparición de una extraña enfermedad: el sida. Aunque inicialmente este mal era solo asociado a la comunidad homosexual, el virus que lo generaba, el VIH, también se propagó entre personas heterosexuales. Entonces, la liberación sexual se pausó. Hoy, con la llegada de la COVID-19, se vive un escenario similar. ¿Habrá una reinvención de las conductas sexuales?
Puedes escuchar el podcast de esta investigación aquí:
Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha precisado sobre hallazgos de SARS-CoV-2 en muestras de semen y heces, aún no ha confirmado oficialmente que pueda transmitirse por vía sexual. A pesar de ello, ya se ha empezado a extender un fuerte temor entre las personas, dado que, como es sabido, la COVID-19 es de mucho más fácil contagio que el VIH.
De acuerdo con el sexólogo Christian Martínez Monge, es posible que ocurra una especie de discriminación hacia las personas que han tenido la enfermedad o son sospechosas de padecerla. Justamente por eso, él considera que se deberá trabajar mucho en la sensibilización social. “Somos de una cultura de discriminar. ¿Qué pasará con esas personas que alguna vez tuvieron COVID?”, advierte.
Martínez Monge cuenta que algo parecido ocurrió con la aparición del VIH en la década de los 80. “Se tenía ese estigma de que solo le daba a la población homosexual. Se creía que, solo por abrazar a un homosexual o usar los mismos servicios, se podía contagiar, por lo que se tuvo que trabajar en educación”, cuenta.
Dice que ahora habrá un cambio en el contacto físico, como los besos y abrazos. Considera que tendrá que ser distinto, aunque a los latinoamericanos les resulte muy complicado, ya que impera una cultura donde la muestra de cariño implica mucha interacción.



Para muchos, todavía resulta algo extraño seguir las recomendaciones dadas por la OMS e, incluso, la Universidad de Harvard, como el usar mascarillas durante el acto sexual, para reducir la posibilidad de contagio. Esto también tiene algo de similitud como lo que ocurrió con la llegada del sida y el VIH, cuando se empezó a recomendar el uso de preservativos para evitar infectarse. Aunque fueron muchos los que se mostraron reacios en un inicio, poco a poco esto fue formando parte de la actividad sexual hasta convertirse en un hábito, al menos cuando se mantenía relaciones con una persona que no era una pareja permanente.
El director del Centro de Cuidado Integral de la Salud (CECIS), Jhony Juárez, manifiesta que, en situaciones como estas, las personas que no tienen una pareja también empiezan a buscar recursos para satisfacerse, como el sexo virtual o el autoplacer. Indica que esto les ha permitido conocerse más íntimamente, lo cual ayuda en lo personal.
Juárez también comenta que esa necesidad de sexo de manera continua se da sobre todo en los adolescentes. Comenta que algunos, incluso, han expresado su preocupación porque, a raíz del confinamiento, han confesado que se masturban tres o cuatro veces al día. Sin embargo, el especialista explica que esto es normal.
Los encuentros casuales y los aplicativos de citas
En los inicios de la “era de la revolución sexual” también se popularizaron los encuentros casuales o los llamados dogging o cruising, que hacen referencia a los actos sexuales en lugares públicos (el primero, entre personas heterosexuales y, el segundo, entre homosexuales). Sin embargo, en los últimos años, estas prácticas se han volcado también al mundo del ciberespacio y de los aplicativos de cita, debido a los cuales cientos de personas han podido tener encuentros con desconocidos, con un único fin: darse placer el uno al otro.
Al respecto, Martínez Monge afirma que, en estos tiempos de confinamiento a causa de la pandemia, es donde se ha visto más descargas de aplicativos móviles de cita. No obstante, explica que no ha sido para encuentros físicos, sino por la necesidad que tienen los humanos de estar en contacto con personas de otros hemisferios. De hecho, precisa que, del 100% de match que se hace, ni siquiera la mitad se convierten en encuentros reales. En ese sentido, dice que no se debería estigmatizar el uso de estos aplicativos, aunque sí recomienda no tener encuentros íntimos con personas cuyo pasado no se conoce.
Juárez coincide con él: “En aquellas parejas que se encuentran esporádicamente o entre las que no hay cercanía lo más adecuado es no tener relaciones sexuales, pues cuando uno está en el acto sexual no mide la distancia, es espontáneo”. Dice que, si se decide hacerlo, es recomendable siempre utilizar protección, aun cuando no haya ninguna evidencia de que el virus se puede contagiar por vía vaginal, anal u oral.
Este tipo de prácticas, denominadas sexting se han convertido en la nueva tendencia. De hecho, la aplicación de citas Meetic ha definido este comportamiento como slow dating, con lo cual se pone en evidencia de que las personas también le dan importancia a las relaciones emocionales y no solo a las físicas. Incluso, solo en Europa, este aplicativo ha registrado un aumento del 10% en el intercambio de mensajes. Por su parte, en Tinder el crecimiento ha sido mayor en España e Italia, países donde se han registrado hasta un 25% más de conversaciones diarias con respecto a una semana normal.
En pareja
Respecto de las parejas, Martínez Monge explica que muchas parejas han empezado a tener más prácticas masturbatorias que el propio sexo, dado que el deseo sexual baja al estar con una persona 24/7. Advierte, además, que una vez que se levante el confinamiento y se empiece a interactuar con el mundo exterior, no solo aparecerá el miedo al contagio, sino el uso de ese posible miedo para que muchos se excusen con su pareja y no tengan una vida sexual so pretexto de reducir el riesgo de contraer el coronavirus.
Por su lado, el médico Juárez indica que sí percibe cierto temor en las parejas que atiende, ya que muchos de ellos se preguntan si pueden contagiarse por el solo hecho de darse un beso. En se sentido, aconseja que, si una de las dos personas ha estado muy expuesta a un posible contagio o no viven juntas, lo mejor es evitar los besos y mantener relaciones sexuales con mascarilla, pues ahora es un elemento de protección. Asimismo, desmitifica el supuesto contagio por sudoración.



Las relaciones a distancia
La otra situación también es el de las relaciones a distancia, ya que muchas parejas han quedado separadas por la cuarentena. Martínez Monge comenta que, en estas relaciones pueden aparecer incertidumbres, celos, inseguridades. De ahí que el sexo tenga que reinventarse a un aspecto más virtual para seguir manteniendo esa relación.
En esa misma línea, el médico Jhony Juárez precisa que, en estos tiempos, las redes sociales también han ayudado mucho a las parejas que están separadas por largas distancias, ya sea porque se encuentran en diferentes ciudades o porque viven entre puntos lejanos en la misma ciudad. Detalla que algunos de los pacientes jóvenes a los que atiende le han comentado que, dado que el confinamiento se extendió más de lo previsto, han tenido que sincerarse con sus padres y pedirles permiso para poder alternar su estancia entre ellos y su pareja, ya que tampoco pueden descuidar su relación.
¿Mascarillas hasta el fin de la pandemia?
Como aún no se ha hallado la vacuna contra la COVID-19 y tampoco un mecanismo óptimo para evitar el contagio, de momento se debe seguir las recomendaciones de distanciamiento social, correcto lavado de manos y uso de mascarillas. Y eso también aplica para el sexo.
Martínez Monge espera que el Gobierno también inicie una campaña de sensibilización en la población. “A nivel de política de Estado deberían hablarlo. Lamentablemente, es un tema tabú. Abrir eso implicaría abrir el tabú del mercado sexual, de las infidelidades”, indica.
Si antes de la pandemia Perú ya era un país bastante conservador para los temas relacionados a la sexualidad, ahora resulta más difícil hablar del asunto. En algunos países del mundo ya se viene haciendo esto, a través de los ministerios de Salud, los cuales se han pronunciado para orientar a la sociedad sobre qué prácticas son las más adecuadas y así evitar la propagación del virus, además de ayudar mantener una buena vida sexual en pareja. Si esto no ocurre, hay dos escenarios posibles: que el contagio se multiplique o que la “la liberación sexual” vuelva a pausarse por temor, desconocimiento y falta de orientación.


