El movimiento anti vacunas y sus satélites peruanos

Roberto Duran
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La carrera global por conseguir una vacuna contra la COVID-19 ha generado que científicos de todo el mundo emprendan el reto de hallar diversas vacunas contra la enfermedad y desplegar la campaña de inmunización más grande y rápida de la historia. Sin embargo, ante la exigencia de los gobiernos de que su población este vacunada lo antes posible, muchos de estos han implementado pases sanitarios para solo vacunados, lo cual ha hecho que diversos colectivos a nivel mundial reavivan un movimiento que se encontraba latente, pero no exacerbado: el movimiento anti vacunas. Al punto de volverse un verdadero dolor de cabeza sanitario en diversos países de Europa y Norteamérica con movilizaciones masivas en calles y plazas.

Un movimiento antiguo, pero con nuevas plataformas

Los orígenes de este movimiento datan de mediados del siglo XIX cuando la vacunación contra la viruela en menores era obligatoria bajo sanción de multa o cárcel para los padres siendo una de las primeras la Liga Anti vacunación de Londres en 1853 seguida por la Liga contra la vacunación obligatoria de Finsbury, Inglaterra de 1867. Estos grupos congregaron en la antigua Liga Nacional Anti vacunación británica, cuyas publicaciones cesaron en 1972 junto con la organización. Como consecuencia de un controvertido informe contra la vacuna de difteria, tétano y tosferina disminuyó la tasa de vacunados y hubo tres epidemias de difteria en Reino Unido.

La Vanguardia

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Las motivaciones de los grupos anti vacunas pueden ser diversas: políticas, religiosas, naturistas e, incluso, comerciales. En lo que sí coinciden es en sus estructuras como sistema de creencias generalmente acéfalos, con motivación diversa y con grados de militancia que buscan realizar esfuerzos colectivos para convencer a la población de no vacunarse.

Un caso símbolo del resurgimiento global del movimiento anti vacunas es la asociación de que las vacunas MMR ocasionaría autismo, de la mano de un polémico estudio publicado en la renombrada revista The Lancet en 1998.

Un estudio preliminar dirigido por doctor Andrew Wakefield decía que el uso de la vacuna contra la sarampión, paperas y rubeola (triple vírica o MMR) habían desarrollado comportamientos autistas en un grupo de 12 niños. Wakefield reconoció que sus estudios solo arrojaban una hipótesis: la vacuna podría causar problemas gastrointestinales, que conllevarían a una inflamación cerebral y –tal vez– el autismo, de acuerdo con la BBC.

El impacto del estudio de Wakefield logró que regresen enfermedades que se consideraban erradicadas como la sarampión en Reino Unido, Estados Unido y Grecia.

En 2004, el periodista Brian Deer del Sunday Times descubrió que, en 1997, Wakefield pidió la patente de una vacuna contra la sarampión de un solo antígeno y que el estudio de 1998 contenía datos falsos como síntomas antes de las reacciones a la vacuna. Y que Wakefield ha recibido financiamiento por parte de bufetes jurídicos que asesoraban a padres de niños autistas que demandaban a los fabricantes de vacunas, de acuerdo con Richard Horton, ex editor de The Lancet.

En 2010, The Lancet se retractó sobre el estudio y Wakefield fue destituido para ejercer la medicina. No obstante Wakefield se convirtió en una suerte de “mártir médico” por parte de sus seguidores y convirtiéndose en millonario con charlas, libros y documentales asociados al movimiento anti vacunas.

A inicios del siglo XXI, la popularidad del movimiento anti vacunas se catapultó con el apoyo de figuras con alcance mediático como la ex conductora de MTV y actriz Jenny McCarthy, quien es la vocera anti vacunas más reconocible en Estados Unidos, al punto de salir en programas como Oprah o The View asociando el autismo de su hijo con la vacuna triple vírica.

El movimiento anti vacunas del siglo XXI difiere –de la corriente anti-ciencia y anti-intelectual de los siglos XIX y XX– en que sus intereses no siempre están alineados con intereses económicos o de control bio-político; y en que internet les permite que se expandan y organicen en redes acéfalas, en donde se puede difundir y perpetuar sus ideas, así como alimentar sus teorías con testimonios anecdóticas y noticias falsas, de acuerdo con los doctores Julián Fernández-Niño y Hernando Baquero de la Universidad del Norte de Barranquilla, Colombia.

Los anti vacunas a la peruana

En el contexto de la pandemia de la COVID-19 en el Perú, que tiene más de 200 mil fallecidos por dicho virus, la llegada de diversas vacunas al país brinda a la población una luz al final del túnel. Sobre todo después del vacunagate a mediados de febrero de este año.

No obstante han surgido grupos anti vacunas que buscan frenar la campaña de inmunización del gobierno, la cual ha sobrepasado el 60% de la población objetivo, superando a países como Estados Unidos.

El portal especializado Salud con lupa reportó hasta ocho organizaciones anti vacunas en el Perú: Organización Mundial por la Vida (OMV), la Organización Medica Peruana de Investigación (OMPEI), Médicos por la Verdad, la Coalición Mundial por la Salud y Vida (COMUSAV), Psicólogos por la Verdad, Ciudadanos por la Verdad, Acción Humanitaria Revolucionaria y Stop 5G.

Dentro de los más activos se encuentran la OMV, OMPEI y COMUSAV. Con transmisiones online y convocatorias a movilizaciones en Lima y provincias. OMV y COMUSAV Perú suelen tener coordinación entre ellas a través de movilizaciones y foros virtuales.

La OMV es el brazo local de la Organizzazione Mondiale per la Vita, una organización fundada por ex juez antimafia y ex senador ultraconservador Angelo Giorgianni. Denunció al estado italiano ante la Corte Internacional de Justicia por crímenes de lesa humanidad. En octubre de 2021, Giorgiani fue suspendido de sus funciones como juez.

El brazo local de OMV está dirigido por su actual secretaria general María Grazia Gonzales Polar, quien se identifica como portavoz de Angelo Giorgianni en el Perú.

La OMV cuenta con el apoyo legal de la abogada ultraconservadora Beatriz Mejía, relacionada con Con mis hijos no te metas y ex candidata al congreso con Avanza País en 2020.

Dentro de las acciones que realiza la OMV, recientemente está promoviendo la entrega de un «Certificado de Exención de Vacunación» a personas mayores de 45 años para evitar que la población sea «sometida» a la vacunación, la cual Mejía considera que es un «ensayo de laboratorio gigante» puesto que se han «saltado» etapas de experimentación, tal y como lo comenta en una transmisión en Facebook el 5 de noviembre pasado.

Aduciendo un estudio de un biólogo español llamado Pablo Campra, de la Universidad de Almería, todas las «candidatas a vacunas» contiene oxido de grafeno. Tanto el fact-checker Maldita Ciencia como la Universidad de Almería rechazan que las vacunas, sobre todo la de Pfizer contenga óxido de grafeno.

Twitter: https://bit.ly/3lMG6cB

La OMV promueve la entrega de estos «certificados» para contrarrestar las obligatoriedad de presentar el carnet de vacunación prevista en el Decreto Supremo 168-2021-PCM. Dichos certificados tienen una enumeración de normas que «defienden» a las personas en caso de ser exigidas de su carnet de vacunación para el ingreso a espacios cerrados, trabajar de manera presencial en ambientes de más de 10 personas y la realización de conducción y cobro en transporte publico, así como servicio de delivery. En el caso de mayores de 45 años para viajes interprovinciales.

Uno de los argumentos para rechazar la vacunación que es utilizado es para contrarrestar la «Agenda 2030 de la ONU», que «promueve la eutanasia, la eugenesia, el suicidio asistido y el cambio de sexo en menores para su no reproducción» que busca «intencionalmente» de «destruir la estructura social, la moral social y la forma social-política de los pueblos». Las teorías de conspiración abundan en dichas transmisiones.

La transmisiones en Facebook buscan evitar decir la titular la palabra vacunación o inoculación, puesto que serían evaluados inmediatamente por los moderadores de contenidos. Buscan burlar al algoritmos usando «v4cu n4c1ón» en sus posts. Y la forma de organizarse para la repartición de «certificación de exención» es mediante Telegram, por que «Whatsapp los ha hackeado», aduciendo a Bill Gates y George Soros.

Twitter: https://bit.ly/3rPH8IM

Otra organización anti vacunas es la Organización Médica Peruana de Investigación, conocida como OMPEI. Dicha organización es presidida por Rosa María Apaza, abogada de la Universidad Privada de Tacna y ex militante de APP y Democracia Directa.

En sus transmisiones en Facebook, Apaza califica a las vacunas como «inyecciones venenosas» y que la gente que «esta en los hospitales» son los que «tienen las dos dosis». Llamando a la pandemia de la COVID-19 como «plandemia» que es controlada por los grandes medios como CNN, BBC, el Washington Post o Televisa.

Apaza tiene una mayor capacidad histriónica para hacer foros a los que denomina «cumbres» en ciudades del Perú. La más reciente es la «Cumbre Internacional de la Libertad» en el Cusco del 4 de diciembre. Utiliza calificativos que buscan exacerbar el miedo en sus interlocutores como calificar de «fantoche» al Dr. Tedros Ghebreyesusjefe de la OMS y que es subordinado a Bill Gates y al gobierno chino. Domina la conspiranoía pasando por los masones, los comunistas y los satánicos.

Para asistir a dichas «cumbres» se pide una «donación» de 50 soles. La cual incluye panelistas internacionales y retransmisiones en Facebook. Apaza llama a que le realicen donaciones mediante llamados de atención a su audiencia debido a la «baja inscripción».

Twitter: https://bit.ly/31LcBAx

No obstante, OMPEI tiene una inclinación política clara como un movimiento a favor de la vacancia y califica al presidente Pedro Castillo de comunista y de «sombrero luminoso». Su agenda pro vacancia es clara, pero el enganche es el movimiento anti vacunas.

Como recalca los doctores Julio Fernández-Niño y Hernando Baquero en su editorial El movimiento anti-vacunas y la anti-ciencia como amenaza para la salud pública:«(…)ha sido descrito en el caso de la vacunas como un efecto psicológico de Dunning-Kruger, donde aquellos más hostiles a ellas son justamente las que menos entienden sus fundamentos. Es esperado entonces que estos sistema seudocientificos logren cultivar más fácilmente a las personas con menos competencias en pensamiento crítico, exponiéndonos peligrosamente al error simplista de catalogarlos a todos como ignorantes, cuando el problema es más complejo y estructural.»

La necesidad de comprender el éxito de la difusión del sistema de creencias del movimiento anti vacunas es el reto a investigar para, primero, entenderlas y, luego, combatirlas.