Emma Victorio, una mirada a la reconstrucción de la identidad nacional tras la Guerra del Pacífico

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Emma Patricia Victorio Canovas, directora del Departamento Académico de Arte de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), ha publicado el libro El Perú Ilustrado. Semanario para las familias. En este interesante volumen, analiza la reconstrucción de la identidad nacional a través de la mirada fotográfica de la postguerra.

¿En qué contexto histórico se sitúa El Perú ilustrado?

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El Perú Ilustrado se publica en 1887, en un contexto bastante peculiar: la crisis después de la Guerra del Pacífico. Perú, después de la guerra, queda sumido en la depresión, era una situación terrible, con una baja total de la autoestima nacional. Es un contexto en el cual además existieron luchas internas, los caudillos están ahí alrededor del poder. Una depresión general, el país devastado, los chilenos recién habían abandonado el país. Lima estaba destruida, así como el sistema ferroviario. Chorrillos, que era la perla del Pacífico, estaba devastada, se habían saqueado las ciudades. Es muy dura la situación. Pareciera, y esto es a título personal, que se hubiesen llevado como botín de guerra lo más preciado del Perú. Se destruyeron los laboratorios de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el famoso reloj del Parque Universitario, entre otros.

Chorrillos después de la ocupación chilena.

Existía una especie de intención de destruir al enemigo, ya no solo en armas sino también culturalmente…

Sí, el saqueo de la Biblioteca Nacional fue algo totalmente fuera de contexto. Ya no se trataba solamente de derrotar al enemigo sino borrarlo, quitarle lo más llamativo que tenía, lo más importante. Realmente fue muy duro y fue muy difícil de superar por todos.

Sumado a la destrucción del sistema ferroviario, las haciendas y los cobros de cupo…

Claro, y que hubo algunos que, en ese contexto, además, lucraron y le abrían la puerta a los chilenos que era en aquel momento el enemigo. Este comentario no es con el afán de decir “qué mal”, sino de demostrar que ese es el resultado de la guerra. En una guerra siempre pierden todos.

Sumado a una serie de traiciones seguidas de personas que eran cercanas al poder, antes y después…

Antes, durante y después. Realmente fue una situación muy dura la situación que vivió el país, además el desmembramiento del territorio nacional. Fue un contexto de traiciones a todo nivel, como sucede en la guerra en general.

Usted menciona en el libro que durante la posguerra existieron figuras que ayudaron a la reconstrucción de la identidad nacional. Pienso en Manuel Gonzáles Prada, Clorinda Matto de Turner, Ignacio Merino, entre otros.  

En esa situación difícil surge la figura de Manuel Gonzáles Prada que, en aquel entonces, era un joven intelectual influenciado por el romanticismo como tal, que busca en lo propio el reconocimiento. El Siglo XIX se caracteriza por la presencia de ese movimiento que hace posible que uno empiece a ver en sus propias raíces. Él hace una crítica muy dura a la guerra, a aquellos que habían propiciado la guerra. Por otro lado, está la figura de Clorinda Matto de Turner, quien por otro camino va a ver lo propio a partir de lo que será una suerte de indigenismo muy temprano cuando escribe Aves sin nido. Es un momento muy peculiar, frente a esta crisis surgen, en Lima y Cusco, estas figuras que representan una nueva intelectualidad que van a dejar de lado toda esta situación y van a empezar a ver lo propio desde puntos de vista distintos. También estaba la figura de Laso estudia en Europa y luego regresa, él era moderno en el sentido de que usa la cámara fotográfica y compone a partir de elementos propios la obra, incluso de culturas precolombinas. En aquellos tiempos no se conocía mucho, se hablaba de algunos descubrimientos de Humboldt.

En este proceso de surgimiento de nuevas ideas surge el semanario El Perú Ilustrado. ¿Qué importancia tuvo esta revista en la reconstrucción de la identidad nacional?

Debemos mencionar primero a Peter Bacigalupi, quien funda El Perú Ilustrado. Él era un negociante italoamericano que viene acá, y se hace de un local comercial para vender productos que él mismo importa: máquinas de coser, teléfonos, entre otros. Tiene una imprenta y allí funda El Perú Ilustrado a partir de una publicación llamada Perlas y flores de El Comercio, siguiendo la moda que existía en otros países. Lo interesante es que se propone que los temas a publicar sean peruanos. Comienza con imágenes en portada con retrato de personas importantes en el Perú, el primer número salió con la imagen de Andrés Avelino Cáceres, por ejemplo. También se encuentran imágenes al interior del país, Bacigalupi pidió a la gente que envíe fotografías al extremo que se pagó por las fotografías que se publicaron. Empieza a mostrarse cómo era realmente el país, en una época en la que conocer el país era complicado.

 

También imágenes de restos arqueológicos y de las ciudades perdidas en la guerra…

Sí, ahí hay algo muy interesante. Cuando se ve el tema de las ciudades cautivas: Tacna, Arica, e Iquique se mostraban las ciudades incólumes; es decir, que se publicaban fotografías previas a la Guerra del Pacífico y se coloca en el pie de página “Imágenes del sur del Perú” o en el caso de fotografías de Tacna se coloca “Tacna, la Lima chiquita”, con mucho cariño, además. Esto posiblemente para mantener en alto el orgullo nacional.

Lo que es interesante es cómo El Perú Ilustrado logra plasmar fotográficamente la reconstrucción del país…

Sí, porque además se mostraron fotografías de las principales obras de ingeniería: las carreteras, la dársena del Callao, entre otras grandes obras para mostrar un país que se levanta de sus cenizas. Se presenta un país con una fe en el progreso que era una idea de la época muy influida por el liberalismo y el nacionalismo. Es importante también mencionar la importancia que tuvieron los litógrafos. En aquella época no había una técnica por la cual se pudiese pasar de la fotografía al papel para su difusión. Bacigalupi les abre la puerta a los litógrafos y trabaja con uno de los más importantes de la época: Evaristo San Cristóval.

Ahora, podemos pasar a la realidad actual. Me parece pertinente la presentación de este libro por las circunstancias actuales: una pandemia cómo la del COVID-19 que ha dejado el país devastado económicamente y que ha golpeado la autoestima nacional. Me parece interesante poder hacer el símil con la situación espeluznante de la guerra. ¿Usted considera que tenemos actualmente personas de la talla de Gonzáles Prada o Clorinda Matto de Turner para reconstruir la identidad nacional?

Estamos en una guerra en contra de un enemigo invisible. Tenemos el mismo temor de enfermarnos. Antes existía el terror de encontrarse con el enemigo por la calle; con la distancia temporal, estamos ante una situación similar. Es un momento inestable para el país en todo nivel. Estamos en esta crisis y tememos muchas bajas que tienen que ver con el concepto del héroe: quien se sacrifica por el otro. En el Perú se rescatan las imágenes de los héroes, pero no solo de Bolognesi, Miguel Grau, que son los héroes de la Guerra del Pacífico, sino que se menciona a aquellos que no son tan importantes y eso gracias a pedir las fotos y parte de la historia personal de los familiares que participaron en la guerra que fue publicado en El Perú Ilustrado, gracias a ellos se conocen las personas que participaron en la guerra. En este contexto nosotros tenemos muchos héroes que debemos reconocer. No entiendo cómo podemos arriesgarnos a pensar que vamos a sobrevivir si no nos cuidamos. Tenemos mucha gente que está arriesgando su vida: el héroe es el médico, el señor que sale a limpiar la calle, el que atiende en el mercado, etc. Un reconocimiento hacia ellos es muy importante. Más allá de la crisis, ese reconocimiento es lo que nos va a enaltecer. No encuentro ahora a una persona comparable con Gonzáles Prada ni con Matto de Tuner. No podemos decir: “Él es un héroe que mueve a la gente a que se comprometa”. Solo vemos críticas de un lado, pero no hay algo sostenible.

El Perú, después de la Guerra del Pacífico, quedó desbastado, de luto, pobre; y, a pesar de ello, no nos desunimos…

Esta situación nos recuerda a la guerra. Debemos preguntarnos: «¿Cómo vamos a recordar este tiempo que hemos vivido?». Todos debemos asumir compromisos, como lo hizo El Perú Ilustrado en su momento. Debemos preservar el recuerdo de estos nuevos héroes, estas personas están luchando contra un enemigo silencioso. También debemos reconocer la grandeza de nuestro país. Estamos en crisis, pero después de la crisis siempre llegan nuevos aires felizmente, con fe y esperanza en el futuro.


Entrevista: Paul Montjoy Forti.