Tierra Baldía: Esta comedia llamada Perú

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Para nadie es una novedad que el Perú, ese que años atrás había estado por sus bondades ‘en los ojos del mundo’, se encuentra ahora en un estado franco de descomposición, por diversos motivos que no vienen al caso en este artículo, porque este trata de demostrar que no nos estamos descomponiendo como lo hace una manzana al sol, sino rodeados de una serie de situaciones humorísticas que solo pueden ser achacadas al temperamento del peruano.

“Avanza el Perú, ¡gol de Brasil!, había dicho Alfredo Bryce resumiendo todo el sentido del humor peruano en una sola frase que bien podría ser “roba, pero hace obra”, “nosotros matamos menos”, “no es plagio, es copia” o “acabo de recibir un premio nobel en la India” (¡salud!, cholo sagrado). Es que los peruanos nos hemos visto obligados a tomar todo lo que ocurre en el país por el lado amable, ya que queda.  Cuatro presidentes en cinco años y seguir tomando Pilsen es realmente meritorio.

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Para las últimas elecciones nos coronamos. En el elenco para elegir tuvimos a la hija de un dictador acusada por corrupción, a una señora de izquierdas con nacionalidad francesa e inmuebles sospechosos, un ególatra ochentón sin remedio que pensaba más en inglés que en español, un beodo fanático religioso sadomasoquista y reprimido sexual, un profesor rondero y campesino que no era ni rondero ni campesino y que estaba aliado con el partido que quería imponer en el país una dictadura comunista a la cubana, un burbujito minúsculo y bigotón, un hombre de una raza distinta (no lo dudo), y un corredor de incendios o un mal amante. Vamos, seamos sinceros, parece el elenco de una novela o una sitcom. O una película que bien podría ser dirigida por Alejandro Jodorowsky.

Atención: subió a internet su película "La danza de la realidad"
La danza de la realidad, Alejandro Jodorowsky (2013)

Todos sabemos quién ganó las elecciones. El hombre que quiere convertir Palacio de Gobierno en un museo, que gobierna desde una casa en el distrito de Breña, el hombre que dice que no lee porque tiene la biblioteca en la nariz (le ganó a Lewis Carroll); es decir, un hombre con una profundísima vocación de payaso. Que era lo que nos faltaba, ¿no?

Clase apararte son estos políticos. Vale la pena preguntarse, ¿de qué planeta vienen? El señor presidente (para ponerme literario) dijo la otra vez que se hace necesario crear una ley que haga respetar y cumplir las demás leyes. Una ley de leyes, como un anillo que controle todos los demás anillos en la tierra de Mordor. Ni Sancho Panza, en su día más libidinoso como gobernador de la ínsula Barataria se hubiera atrevido a tanto. Pero, como el Perú es el Perú (y gol de Brasil) es evidente que estamos llenos de estos pintorescos personajes. El señor de la raza distinta, dueño de cadenas de universidades, denunciador de los periodistas que lo investigan y aliado del presidente y su chistoso gobierno, también nos ha iluminado con frases de poesía: “La vida es lo más preciado que uno tiene en la vida”, “una persona es feliz cuando logra su felicidad”, “plata como cancha”, frases que no podría descifrar ni el ilustre Immanuel Kant.

Pero no es lo único ¡no!, porque el Perú es un país generoso, incluso en la huachafada. Estamos en una de las peores crisis institucionales y políticas de nuestra historia, pero los señores políticos apenas se dan cuenta.  En un país donde hay miles de niños que mueren de desnutrición y no tienen acceso a servicios básicos, una congresista del Partido Morado, conocida por su frase “será un delincuente, pero no un incapaz moral”, ha presentado un proyecto de ley de cincuenta hojas (sí, cincuenta hojas) para “garantizar el bienestar de las gallinas ponedoras”. La ley se despacha con algunas cuestiones muy curiosas: “Las gallinas deben estar libres de hambre, desnutrición y sed”, “las gallinas deben estar libres de miedo, angustia o estrés”, “las gallinas deben estar libres de dolor, heridas y enfermedades”, “las gallinas deben tener la libertad para expresar su comportamiento natural”, “debe distribuirse alimento y agua de tal forma que las gallinas no compitan entre ellas para conseguirlos”, «la eutanasia o el sacrificio deberán realizarse utilizando métodos que ocasione la muerte instantánea o la pérdida inmediata de la conciencia, sin causar dolor o angustia para las gallinas.»

Ni Les Luthiers.