Por: Mochilein
No, no es otro artículo sobre si la mejor salida a esta crisis política es la renuncia del Presidente, su vacancia, la acusación constitucional u otra que se ajuste más a la narrativa que hemos defendido en los últimos años, porque siempre hemos tenido un abogado y alguien del periodismo para justificar cada salida (como bien le leí al analista político Ronald Cross, a través del alardeo moral o virtue signalling o el más conocido, yo tengo más moral que tú y esto es lo correcto)
Este artículo es para tratar de desfogar esta tristeza de ver como el país que tanto quiero, se desmorona para una parte de la ciudadanía con la cual me identifico, porque no tengo dudas que para otro sector importante, ese país como yo entiendo y conocí al haber pasado por la universidad, realmente no existe, por lo tanto, la crisis como tal no existe, siempre hemos estado en una crisis por sobrevivir.
Así que haré algunas predicciones no sobre cómo superar la crisis políticas, pero como los pensamientos de una persona a la que le gusta la política peruana por su papá, un motupano que siempre votó al PPC y que no he dejado de ver trabajar ni un día de su vida; y, que ha visto al tercer gabinete del Presidente Pedro Castillo en seis meses, eso ha significado 34 Ministros y entendiendo que el último Presidente del Consejo de Ministros fue un señor con acusaciones de violencia contra su propia familia, y que fue puesto por ciudadanos peruanos como Congresista de la República por el partido de Renovación Popular a la cabeza de un conservador de derecha como Rafael López Aliaga y que terminó en la bancada parlamentaria liderada por Guillermo Bermejo, un radical de izquierda sin partido por el momento, hábil políticamente y que no cree en las “pelotudeces democráticas”, de acuerdo a sus propias palabras.
Entonces, ¿Cuáles son mis predicciones?, ¿Qué no veo? No veo al Presidente Pedro Castillo fuera de palacio, lo más probable es que termine cumpliendo el mandato, como Trump, eso sí con el costo político y social que esto conlleva.
Tampoco veo a la ciudadanía protestando, en parte porque quienes lideran las narrativas de protesta son personas de izquierda que están cómodas con Pedro Castillo y a la que sus desaciertos que ligan con el autoritarismo no les molesta, pero también, porque nuestro periodo de duelo por Covid no ha pasado, los peruanos estamos molestos con nuestras élites políticas, económicas, culturales, más que nunca; nunca estuvieron a la altura cuando atravesamos la pandemia, dejaron a las familias solas, cuidándose entre ellas, pues ahora lo que le pase al Estado y quién nos gobierna les importa menos que nunca, al final el Estado nunca está.
Finalmente, no veo a las fuerzas políticas unidas, entre gritos de golpistas y cojudignos, sin un mínimo de respeto hacia el otro y despreciando las preocupaciones que tienen algunas personas a través de la mofa o risa fácil, me parece casi imposible; además para mucha de nuestra élite política, lo ocurrido con el gobierno de Merino sigue presente y no es algo que vaya a sanar pronto, para muestra basta revisar la edición de El Comercio sobre alternativas al gobierno de Castillo, solo leyendo a los columnistas ahí es claro que no nos pondremos de acuerdo.
¿Y qué sí veo? Veo un gobierno más populista, a un Presidente más popular y a instituciones sumamente debilitadas en algunos años. También veo a un país más polarizado y roto, en parte por el racismo enquistado (no, no es racista señalar la incapacidad del Presidente y burlarse de las acusaciones de una izquierda cegada, pero tampoco tapemos el sol con un dedo), pero también, porque a pesar de haber peruanos y peruanas capaces en todos los ámbitos de la vida social, económica y política ya no nos reconocemos más en el otro, en parte por sus incoherencias (crítica válida), pero también porque ahora nos hemos acostumbrado a faltarnos el respeto, y recuperar esto es muy difícil, somos una sociedad que no se respeta y de eso es muy difícil volver, pero nunca imposible.
Al final del día, y de estas predicciones pesimistas, también soy alguien convencida, porque si algo somos es ser optimistas, a pesar de que toda la evidencia diga lo contrario, que este país con ciudadanos más presentes, con mejores autoridades, un servicio civil comprometido y un gasto público de calidad podría garantizar igualdad de oportunidades para las personas y permitir su libre desarrollo. Estoy como ven esperando un Ricardo Gareca para el Perú.