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Esta es la primera crónica de la serie Historias de aborto de Página en Blanco.
- En Perú, el aborto se permite solo en los casos en que la vida o la salud de la embarazada está en peligro. Uno de los argumentos que se ha escuchado desde los grupos que están en contra de su despenalización es que la experiencia en sí misma puede ser muy perjudicial en la persona gestante. En esta serie, mujeres cuentan cómo tomaron la decisión de abortar, describen cómo lo hicieron y lo que han tenido que afrontar posteriormente.
CC tiene 33 años y vive en Piura. Ella abortó hace un año. “Me sentí super aliviada y feliz, pero también me puse a llorar. Me reía mientras lloraba. No sabía por qué. Yo misma me decía que era lo mejor. No iba a poder cuidarlo. Tenía un sentimiento de liberación, pero también una sensación de culpa. Ha pasado un año, así que la fecha aún me pone sensible”.
Ella cree que su experiencia no fue tan traumática porque estaba en su primer mes de embarazo. “Yo pensaba que era una célula. No es como que veas que sale un ser humano, sino como si fuese la regla”.
Quedó embarazada después de un encuentro con amigos que tuvo en diciembre de 2020. “Yo suelo hacer mi conteo de cuando hago el periodo y pensaba que no estaba en mis días fértiles. Me confié en eso”. Luego, en enero del siguiente año le dio COVID-19, pero tenía adicionalmente síntomas que no eran propios de este virus, como los antojos y las náuseas.
Con la sospecha de un embarazo, se acercó muy temprano a un laboratorio en el vecindario de Pachitea, en el distrito de Piura, a hacerse una prueba de sangre. No quiso hacerse una de orina por temor a un falso negativo. Ella sabía que de estar en gestación tenía que actuar pronto.
En el lugar, había una joven de 19 años en su noveno mes de embarazo. Las dos eran las únicas pacientes que esperaban sus resultados. La joven recibió los suyos y se fue. Una vez solas, la mujer encargada del laboratorio entregó a CC los suyos. Estaba embarazada.
La encargada le preguntó si lo iba a tener. “Yo respondí que no. No tenía pareja. No sé qué gesto hice que ella me dijo que esté tranquila”. Inmeditamente, CC le preguntó si sabía dónde vendían pastillas abortivas, pero la mujer le dijo que solo podían ser recetadas por un médico. CC insistió consultándole qué podía hacer, entonces, ella le comentó que conocía a una señora que podía ayudarla. Tomó su teléfono para llamarla. “Conmigo a su lado, le comentó a la otra persona que tenía una paciente. ‘Te la llevo’, le dijo”.
CC y la mujer del laboratorio acordaron verse alrededor de la 1 p.m. Así fue. Se acercaron al mercado “Yerbateros”. Ahí conoció a la señora que preparaba una bebida a base de hierbas y pastillas para abortar. “Me hizo varias preguntas sobre mi embarazo. Ella estaba preocupada de que fuese una trampa para meterla a la cárcel, ya que esto no es legal. Yo solo estaba desesperada para que me ayude”.
Finalmente, la señora le dijo que le cobraba S/. 400.00. También la calmó explicándole que el aborto sería solo como cuando le da la regla. CC asegura que lo que le dio confianza fue haber ido con la señorita del laboratorio. Regresó ese mismo día para pagar S/. 200.00 de adelanto y lo restante lo entregaría mañana cuando recibiría la bebida. Luego se fue a casa.



Decisión tomada
Varios pensamientos y cuestionamientos a sí misma aparecieron. “¿Cómo me embaracé en pandemia? Sentía la vergüenza de lo que podían decir mis tías u otros familiares. No tenía nada de que ofrecerle”. No se lo contó a nadie de su familia.
Por la noche, ese mismo día, llamó al amigo que la había embarazado. “Le dije que había calculado mal, que tenía un mes y que no lo podía tener porque no podía darle nada. Le dije que iba a abortar. No le estaba pidiendo permiso. Él estaba de acuerdo. Me dijo que me apoyaría en todo”. Aunque no la pudo acompañar porque tenía un examen al día siguiente.
También llamó a una amiga —a quien se le llamará Clara en el texto— para saber si podía acompañarla, pero ella tampoco. Le dijo que le perdonara por no poder estar con ella, pero que fuese a su casa en cuanto dejara el mercado. CC había acompañado en el pasado a Clara cuando esta abortó.
«Fui sola. Siempre había hecho las cosas sola», asegura.
Se acercó a las nueve de la mañana. “Cuando llegué, la señora me dijo que pensaba que no iba a volver. El preparado tenía un aspecto como leche, pero con yerbas y pastillas”. La señora le aconsejó hacer ejercicios. “’Te va a venir el sangrado normal de la regla y te va a durar diez días’, me dijo”.
Luego, la señora también le advirtió que no contara nada sobre ella.
CC bebió el preparado y salió del mercado para tomar una moto. De pronto, comenzó a sentir náuseas. “Tenía miedo de vomitar todo y desperdiciar el preparado, sobre todo porque tenía que volver a pagar”. Finalmente, vomitó. Unos policías que estaban cerca la auxiliaron y la llevaron a la casa de Clara.
Cuando llegó, fue directamente al baño. “Estaba totalmente descompensada. Mi amiga me preparó una manzanilla y me dio ropa suelta”. El malestar se prolongó media hora más. Luego se sintió mejor y se echó en la cama aproximadamente a las 10:30 a.m. Llamaron a otra amiga, Rosa, que había pasado por lo mismo y le advirtió que el dolor iba a ser muy fuerte.
Al medio día volvió el dolor prometido por Rosa. “Sientes que te divides, era horrible. Mis amigas me dijeron que mejor estuviese de pie para que bajase más rápido. Me dieron apoyo. Luego me dejaron sola porque tenían que ir a trabajar”.
Dos amigos más que sabían de su situación le escribían y llamaban constantemente para saber cómo se encontraba. Ella se sentía agitada, respiraba rápido. “Me sentaba en el borde de la cama. Me hacía bolita porque el dolor era horrible. Recién a las siete de la noche me calmó el dolor”.
Al poco rato llegó Clara y se pusieron a cocinar. En un momento, fue al baño. “De pronto, sale un pedazo de coágulo”. Durante la noche, se hizo dos cambios de toalla por el sangrado. Al día siguiente se fue a su casa.
“El segundo día bajó una cosa enorme que me asustó un montón. Llamé a una amiga y me dijo que creía que era el endometrio, que es como una bolsa”. Los siguientes días solo tuvo dolores de poca intensidad. Sus amigas le aconsejaron que después de pasar el sangrado se hiciera una ecografía vaginal para ver que no haya quedado ningún residuo. Así lo hizo y el médico le dijo que estaba todo bien.
De lo que no se habla, pero se hace
Según Salud con Lupa, 370 mil mujeres abortan cada año en el Perú. En el estudio El aborto en cifras: Encuesta a mujeres en el Perú (2018) de Promsex, el 19% de mujeres peruanas entre los 18 y 49 años refiere haberse realizado un aborto.
CC está segura que son muchas adolescentes, juvenes y mujeres que lo han hecho en Piura, pero es un tema del que no se habla.La única forma que conoce para abortar en Piura es la que ella ha experimentado. “No sé si hay alguna clínica. Si existe, no tengo a nadie cercano que me de esa información. Solo sé de las pastillas”.
Como en el caso de CC, según el mismo estudio de Promsex, el 42% de mujeres que se han practicado un aborto no lo han hecho con un profesional de salud.
Aunque CC considera que aún la sociedad es conservadora con el tema, no cree que estén “cazando como a brujas” a quienes han abortado. Aún así, no siente la confianza para contarlo con sus padres porque no sabe qué podrían pensar de ello. Ellos son mayores: su padre tiene 73 años y su madre, 69.
Ella está segura que si esta experiencia le hubiese pasado en su adolescencia ya sería madre. “Yo recién le estoy poniendo atención a mis periodos. Antes no tenía gente cercana a mi que hubiese pasado por lo mismo. No me hubiera puesto en alerta. Hubiese sido totalmente distinto. Por las amistades que ya habían pasado por esto, estaba en ventaja”.
En el 2016, su amiga Clara le pidió a CC que la acompañara a abortar. No quería tener al hijo del joven que la había embarazo, según comenta CC. “Yo le dije que la acompañaba a donde sea”. En esa ocasión se prepararon. Clara aún vivía con su madre. Compraron pañales para adulto y bastante agua para “aguantar” en su cuarto sin que su madre se diera cuenta.
Después de un tiempo, CC se enteró que Clara también había sido el soporte de Rosa.
Hace poco, otra amiga le pidió ayuda para una tercera persona. “No dudé en ningún momento en apoyarla. Cuántas chicas igual que ella deben estar desesperadas».
En el 2019, el Poder Judicial dio a conocer que en los últimos diez años 571 mujeres y adolescentes fueron procesadas por interrumpir su embarazo en el Perú. De ellas, 62 recibieron condena.
Aunque el aborto aún no se encuentra despenalizado, CC cree que la información con la que cuenta es útil para otras mujeres y adolescentes que toman la decisión de abortar en Piura.