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Debido a la pandemia, la pobreza podría aumentar en 3,5% y llevaría a un 37,4% de mujeres de la región a situación de pobreza, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
A pesar de los esfuerzos realizados por algunos gobiernos de América Latina y el Caribe para reducir la brecha de género existente en la región, la crisis ocasionada por el coronavirus provocará un retroceso de 10 años en términos de equidad de género, según Paula Herrera, economista de la Universidad Javeriana (Colombia). De hecho, un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) considera que los efectos de la COVID-19 podría llevar a 107 millones de mujeres de la región a caer en situación de pobreza y pobreza extrema.
Este escenario es altamente probable si los efectos de la COVID-19 ocasionan la pérdida de ingresos del 5% de la población económicamente activa. Como consecuencia de esto, la pobreza podría aumentar en 3,5%, lo que afectaría principalmente a las mujeres, al punto de hacer que un 37,4% de ellas termine en situación de pobreza, según proyecciones de la Cepal.



La economista Paula Herrera comenta que, solo en junio de este año, la brecha de desempleo alcanzó 8.7% en Colombia, el porcentaje más alto de la región. Otros países afectados han sido Ecuador, con 4%; Uruguay, con 2%, y Perú, con 0.4%.
Debido a las medidas de contención que se han hecho estos últimos meses para mitigar los efectos de la pandemia en cada uno de los países, cuatro han sido los sectores económicos que se han visto más afectados: los servicios sociales, el comercio al por mayor y al por menor, los servicios empresariales y el transporte, almacenamiento y comunicaciones. Todos ellos concentran el 78% de las mujeres ocupadas en América Latina, y las repercusiones en estos sectores podrían dar tanto en el mercado formal, como en el informal y el de las pequeñas empresas.
El Observatorio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó recientemente en junio el informe titulado La COVID-19 y el mundo del trabajo. Quinta edición Estimaciones actualizadas y análisis, donde revela que en el mundo hay casi 510 millones de mujeres (40%) que trabajan en los sectores más afectados, como los mencionados arriba. Y una de las principales regiones donde el impacto ha sido mayor es América Central, donde hay un 58,9% de mujeres que trabajan en estos rubros.
Según la OIT, en lo que respecta a determinados sectores en los que el trabajo femenino es mayoritario, las mujeres realizan el 61% de los empleos en el sector de las artes y el espectáculo, y en otros servicios conexos, y el 54 por ciento de los empleos en el sector de hotelería y alimentación.



Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, manifiesta que el 51,8% de las mujeres están ocupadas en sectores precarios desde el punto de vista de salarios, formalización del empleo, seguridad del puesto de trabajo o acceso a protección social. Indica, además, que hay un 36% de mujeres que tienen empleo por cuenta propia o están dedicadas al servicio doméstico, categorías en las cuales las remuneraciones son muy bajas y las condiciones son altamente precarias. Varias de ellas dependen exclusivamente de su trabajo e ingresos diarios para su propio sustento y el de sus familias, precisa Bárcena.
Los principales impactos de la pandemia en las mujeres
Entre los impactos e implicaciones que tiene la pandemia sobre las mujeres se consideran ocho principales puntos, de acuerdo con el informe Género y el COVID-19 en América Latina y el Caribe: dimensiones de género en la respuesta, presentado por ONU Mujeres. El primero, y el de mayor incidencia, está relacionado con las mujeres que están en la primera línea de respuesta, es decir, todas las profesionales del sector salud, pues ellas asumen mayores costos físicos y emocionales, además que no cuentan con los suficientes medios de protección.
El segundo punto está vinculado con la no remuneración por el trabajo de cuidado que hacen las mujeres, sumado a la dificultad de aprovisionamiento de bienes básicos. El tercer ítem tiene que ver con las tasas de subempleos y la sobre representación en el sector informal en que están muchas mujeres, varias de las cuales son trabajadores informales o trabajadoras domésticas.



Un cuarto aspecto se relaciona con la falta de acceso al sistema financiero, como créditos y otros servicios de esa índole, y al uso de las tecnologías de información y comunicación (TIC). Esto se evidencia en el hecho de que no cuentan con liquidez y que presentan mayores dificultades para reconvertir o adaptar sus negocios. El quinto aspecto está estrechamente ligado al anterior, pues se refiere a la dificultades que tienen las mujeres para el cobro de transferencia monetarias durante el confinamiento y para el cumplimiento de condicionalidades: dificultades a cobros en efectivo, condicionalidades ligadas a la salud y educación de sus hijos o hijas.
El sexto punto es probablemente uno de los problemas más recurrentes en América Latina y el Caribe, y ha cobrado mayor relevancia en este contexto de emergencia: la violencia contra las mujeres y las niñas. En una situación como la actual aumentan los riesgos de violencia contra ellas, los cuales se ven agravados por las medidas de aislamiento y por los obstáculos al acceso a órdenes de protección.
La falta de acceso a los servicios a bienes y servicios de primera necesidad, así como la falta de seguridad alimentaria, es el séptimo punto que ONU Mujeres considera otra de las repercusiones. Explica que muchas mujeres no pueden acceder a agua, energía y alimentos nutritivos y seguros.
Finalmente, el último punto está relacionado con un fenómeno que se ha incrementado en los últimos años en la región: la migración irregular. Varias de las mujeres y niñas migrantes en situación irregular presentan mayores riesgos de desprotección y falta de acceso a servicios básicos. El reporte explica que este brote ha provocado un aumento del estigma hacia estas personas, al igual que la xenofobia, la discriminación y la trata.
La directora regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres, María Noel Vaeza, señala que no habrá respuesta efectiva a la COVID-19 si no se abordan los impactos en las mujeres y no se integran las dinámicas de género en la respuesta. En esa línea, da algunas recomendaciones para hacerle frente a este problema de gran envergadura, como destinar recursos para la atención de mujeres y niñas, adoptar medidas de compensación a trabajadoras informales, garantizar la inclusión financiera y promover la recuperación económica de las mujeres, así como su empoderamiento.



Las más afectadas: las mujeres del sector salud
El informe La pandemia del COVID-19 profundiza la crisis de los cuidados en América Latina y el Caribe, publicado por la Cepal en abril de este año, indica que la presión sobre los sistemas de salud afecta significativamente a las mujeres. Esto debido a que ellas representan el 72,8% del total de personas ocupadas en ese sector de la región. El documento explica que el aumento de la presión ejercida sobre los sistemas de salud se ha traducido en una serie de condiciones de trabajo extremas, como extensas jornadas laborales, sumado al riesgo al que se expone el personal de salud por contagiarse del virus.
De otro lado, las mujeres que trabajan en este sector continúan ejerciendo su labor de atención hacia aquellas personas dependientes en sus hogares o que necesitan cuidados. Esto hace que terminen sometidas a sobrecargas de trabajo y a un mayor nivel de estrés durante esos períodos, revela el informe. Además, esto se da en un contexto donde todavía persiste la discriminación salarial, ya que, de acuerdo con el documento, los ingresos laborales de las mujeres que trabajan en el ámbito de la salud son un 25% inferiores a los de los hombres del mismo sector.



Participación en la toma de decisiones
Aun cuando ha habido algunos esfuerzos para incrementar la participación de la mujer en la toma de decisiones políticas, todavía hay subrepresentación en el poder, es decir, en las diferentes instituciones del Estado. Así lo segura el informe titulado COVID-19 en la vida de las mujeres. Razones para reconocer los impactos diferenciados, presentado por la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Este estudio ha puesto en evidencia que todavía son pocos los gobiernos en los cuales las mujeres han liderado esta crisis del coronavirus: 30,6% son parlamentarias, 28,5% están los gabinetes ministeriales, 15,5% son alcaldesas y solo un 32,1% están en el máximo tribunal de justicia de sus países. Asimismo, detalla que, de todos los 35 Estados miembros que conforman la OEA, solo 8 países cuentan con ministras de Salud; a pesar de que ellas conforman el 70% de la fuerza laboral de este sector, solo representan el 25% de los puestos de liderazgos.
En ese sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que lograr la igualdad de género en el sector de la salud llevará 202 años. Por ello, pide seguir impulsando medidas aceleradoras y afirmativas que garanticen la presencia igualitaria de mujeres en todos los espacios, pero sobre todo en los puestos de liderazgo.
Incluso, el documento de la OEA revela que las lideresas políticas están sobresaliendo en el manejo de esta crisis. Precisa que esto se evidencia en el hecho de que algunos países que están combatiendo esta crisis de forma eficiente están liderados por mujeres. Esto es contrario a las percepciones del 50% de la población que considera que los hombres son mejores líderes que las mujeres.
La brecha de género en Perú
En Perú, los estimados del potencial impacto de la pandemia sobre el empleo y los ingresos son similares para hombres y mujeres, según el reporte Impactos de la epidemia del coronavirus en el trabajo de las mujeres en el Perú, publicado en mayo de este año por el Ministerio de la Mujer (MIMP) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). A nivel nacional, durante el confinamiento, las mujeres podían generar solo 49% de lo habitual en condiciones regulares, y tras la vuelta a la normalidad en la Fase 1 esa capacidad de generación subió a 66%. Para los hombres, los porcentajes fueron de 47% y 66%, respectivamente.



Sin embargo, la diferencia se evidencia entre las zonas urbanas y rurales. En el primer caso, las cifras son casi similares que a nivel nacional, pero, en el segundo caso, el ser mujer con características asociadas a la vulnerabilidad, como pobreza, etnicidad y ruralidad, tiene efectos mayores, pues la brecha de ingresos entre hombres y mujeres es marcada, de acuerdo con el estudio. Asimismo, las brechas se amplían cuando se trata de mujeres cuya lengua materna es una lengua indígena. Respecto de los grupos afrodescendientes, el impacto es similar, aunque la brecha de género aumenta a corto plazo.
Ahora bien, a nivel general, el estudio demuestra que los efectos son más fuertes en la población urbana que en la rural. Esto se explica por dos factores: la mayor concentración del sector rural en la producción de bienes de primera necesidad y la expansión de la epidemia con más facilidad en el entorno urbano, debido a la concentración poblacional.
Aunque ya es sabido que la tasa de ocupación en Perú es mayor entre los hombres que entre las mujeres, la presencia de niños menores de 6 niños dentro del hogar exacerba las diferencias en 10% y por cada hijo adicional, en 5%. De acuerdo con el informe, “esto corresponde a los patrones culturales patriarcales que asignan a las mujeres roles en el cuidado de los pequeños y demás tareas domésticas, y cuyo impacto es su exclusión relativa del mercado de trabajo”.
Finalmente, y aunque el estudio no revela cifras de violencia doméstica dado que aún es temprano para que sea concluyente, reconoce que este es uno de los principales problemas de ausentismo laboral. De ahí que recomiende potenciar las políticas de protección hacia las mujeres.



Propuesta para reducir la brecha
La economista de la Universidad Javeriana (Colombia), Paula Herrera, asegura que, para evitar el retroceso de la equidad de género, es clave potenciar el sector salud. “Las políticas de reactivación podrían encontrar en la llamada economía del cuidado una fuente de nuevos empleos”, precisa.
Herrera indica que un estudio en Reino Unido sugiere que, para reactivar la economía tras la pandemia, se debe invertir en el sector del cuidado. Explica que esto es así porque crearía 6,3 veces más empleos para las mujeres y 10% más para los hombres que una reactivación similar en el sector construcción, donde las trabajadoras quedarían desfavorecidas.


