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Existe una hipotética traducción del discurso de Adolf Loos luego de visitar “en teoría” la ciudad de Trujillo a inicios del siglo XX:
Huid de la América, pues hay un fantasma que la recorre desde Iberia. Encontró entre los trujillanos a fieles de una inconmensurable fruición. Tan devotos son estos que le tienen más de 300 ídolos en su ciudad de no más de 60 manzanas. No les basta con manchar sus fachadas con su pecado cual Judíos en Egipto con sangre de cordero, pero los cuelgan en imágenes dentro de sus viviendas y las reparten por el mundo.
Adolf Loos es un arquitecto austriaco conocido por escribir libros, panfletos o artículos muy influyentes al inicio del movimiento moderno. El artículo referenciado es en el que critica el uso del ornamento y también es, de sus escritos, tal vez el más famoso: “Ornamento y Delito”, escrito en 1908. Loos propone que la ornamentación superficial; como podrían ser los bajorrelieves de las paredes en Chan Chan, los frisos griegos del Partenón de Atenas o las portadas Churriguerescas del Barroco español; aunque él no los menciona, sería una expresión de actitudes criminales o por lo menos pertenecientes a una etapa temprana de la formación humana. Es decir, comparaba, con los prejuicios de la época, que los arquitectos que decoraban las paredes con molduras eran o criminales o incivilizados, pues los primeros decoran su piel con tatuajes en las prisiones y los segundos lo hacen en sus ritos animistas. También si no los comparaba con criminales o salvajes, lo hacía con bebés, pues estos tienden a rallar todo a su alrededor sin control.
Ante dichos postulados se puede decir que la arquitectura moderna latinoamericana, así como su sociedad, era católica, ya que nace con un pecado de concepción: el ornamento. La fuerza de dichas ideas, con respecto del ornamento, a inicios del movimiento moderno en el Perú queda demostrada en cómo afectó a uno de sus principales expositores: Luis Miró Quesada. Fue un arquitecto, catedrático limeño, y miembro y difusor de la revista Espacio, la cual era muy purista en sus postulados modernos. El problema está en que Miro Quesada diseñó la actual municipalidad de Miraflores. Dicha municipalidad fue hecha bajo un estilo neocolonial en su fachada. Ello significa que usó ornamentación, molduras y demás decoraciones historicistas que son consideradas apócrifas dentro del movimiento moderno. La contradicción de la obra con el arquitecto se materializa en cuanto existe la leyenda que “cartucho”, apodo por el que es conocido dentro del ámbito arquitectónico que hizo el diseño neocolonial, porque era lo que pedían las bases del concurso, pero para liquidar dicho acto “inmoral” también hizo un diseño moderno y así “redimirse”. De lo construido existen pruebas; de lo segundo rumores.
Los trujillanos, para Loos y la revista espacio, serían excelsos criminales arquitectónicos, pues no solo mantuvieron sus ventanas ornamentadas, pero las reprodujeron, transformaron y adaptaron. Los trujillanos no serían los únicos en tener sendos problemas con Loos. El tipo de ventana en cuestión está presente en Hispanoamérica y regiones del sur de España. Se encuentran en las calles de Campeche en México; Cartagena de Indias y Mompox en Colombia; Caracas y El Coro en Venezuela; Trinidad de Cuba en Cuba; Lima, Trujillo, Lambayeque, Chiclayo y Piura, en Perú; San Juan en Puerto Rico; Santo Domingo en República Dominicana; Sevilla y Granada en España. Probablemente la lista sea mucho más extensa, mas de estas regiones se tiene constancia a través de Google Street View.
Al margen de lo ficticio y cómico del discurso de Loos, existe una interesante situación en Trujillo que lo relaciona con el resto de la región. Se puede decir que mientras Lima es a sus balcones, Trujillo es a sus ventanas. Estas cobran una notable expresividad en la ciudad de Trujillo tanto por su cantidad, como por su diversidad. Son lo más representativo de la ciudad, según palabras del fallecido arquitecto peruano Héctor Velarde Bergmann.
“Lo más notable de la arquitectura Trujillana son sus ventanas de reja. Son muy grandes, largas y bajas, con sus repisas y sombreros salientes como las de Lima, pero más elegantes. Algunas son monumentales por sus dimensiones, por el juego arquitectónico de sus apoyos y por la altura y la forma ostentosa de los casquetes, que las cubren y que toman el nombre de “coronelas”, (…)” (1958 p.324)



Existen en Trujillo más de 310 ventanas salidas solo en el centro histórico. Su relación con los trujillanos y su arquitectura es el foco del artículo. Una de las primeras preguntas que se ha de responder es de qué ventanas se está escribiendo. Estas son una tradición constructiva y ornamental, cuya fecha de introducción es incierta, traída por los europeos. Consiste en el ornamento de un vano con repisa en volado enrejado. Un vano es un hueco en la pared que puede ser ventana, si tiene alféizar(el muro inferior) y dintel (el muro superior); puerta, u otro tipo de portal, si solo tiene dintel. Este vano tiene un marco. De dicho marco, se extiende hacia la calle sobre el alféizar y por debajo del dintel y terminan en volado. Estas vendrían a ser “repisas”. Luego a estas repisas las conectamos con barrotes, barras metálicas verticales, de fierro y a estos barrotes los atravesamos con varias Planchuelas, planchas metálicas horizontales.
En este momento, se tiene una ventana salida de fierro sin ornamento. Luego a esta ventana se le extiende el alféizar para que soporte la repisa inferior. A esta parte se le llama “Peana”. En la repisa superior sucede lo mismo con el dintel. Esta parte se llama Coronela. Los materiales para dichas extensiones han variado. Se han usado como materiales a los ladrillos, al concreto, al adobe o al yeso. De preferencia que la coronela sea ligera mientras que la peana sea resistente.



Estas son las partes de la ventana tipo que escandalizaría a Loos. Los trujillanos hicieron de este objeto un hecho e imagen en su ciudad. La reprodujeron, la transformaron y con ellos la llevaron.
Al entender cómo son se encuentra la pregunta de dónde son y por qué están aquí? Dicha pregunta se responde no solo aduciendo a la colonia, que es la responsable por desperdigarla por el continente, pero a ciertos elementos ambientales. Una característica propia de las zonas donde se encuentra dicha ventana es su necesidad ambiental de protección de lluvias. Dichas ventanas se encuentran en zonas de temperaturas tropicales, es decir relativamente elevadas y húmedas. Dichas necesidades se responden con la dimensión del vano, pues permite una amplia ventilación para sosegar las altas temperaturas, y en el volado para permitir alejar las precipitaciones del vano.
Ello se ve en los diseños básicos. Las ventanas salidas de Sevilla, Cartagena, mompox, Campeche o de El Coro tienen un diseño funcional para la conducción de la lluvia fuera del muro y no se cuele dentro de la ventana. Esto es crucial porque antes de la adopción masiva del vidrio y el fierro para las ventanas, estas eran de madera y necesitaban correcta protección ante la humedad, pues con esta la madera se hincha y pudre. Este es aún el caso de Trinidad de cuba. Luego con la introducción del uso de fierro forjado se mantuvo la necesidad de evitar se mojen con las lluvias porque el fierro se oxida.
Entonces qué aconteció en Lima, Lambayeque o Trujillo para poder dotarlas de dicha plasticidad y poder dejar un diseño funcional o uno ornamental. Dos teorías podrían darse para ello: las precipitaciones, u otro factor ambiental, no son cuantiosas o frecuentes y la adopción del elemento como parte de un símbolo en la ciudad. Lo último refiere a un hecho que permite a la ciudad hacerse, pero, a su vez, la ciudad permite que este hecho se haga: una relación de dependencia entre los dos.
La primera teoría corresponde a la realidad geográfica trujillana. La ciudad está en un valle rodeado por un desierto. Las precipitaciones no son ni cuantiosas ni frecuentes. Existe, sin embargo, el fenómeno del Niño. Durante este, las precipitaciones aumentan considerablemente. Sí se necesita una protección ante la lluvia, pero a veces. La protección adoptada será necesaria, pero no una que se encuentre en constante desgaste. Se tiene tiempo con dichos elementos pues lluvias destructivas llegan una o dos veces en cada generación. Tienen tiempo para jugar con las soluciones.
La segunda premisa, foco del artículo, es poder entender de qué manera un elemento dota a una zona de identidad. Para dicho caso se usarán dos autores principales, la primera sería Paula Cárdenas que explica los “hechos urbanos” desde la intersección de postulados de dos Rossi y Dewey, y el segundo es Lynch que escribe sobre qué es la imagen de la ciudad y los elementos que la constituyen.
Hecho urbano
Es un hecho urbano, la ventana trujillana, entendido desde los postulados de Paula Cárdenas. Ella intercepta lo postulado por Rossi sobre los Hechos Urbanos de su libro “La arquitectura de la ciudad” con lo postulado por John Dewey sobre sus tres principios para reconocer una obra de arte plasmados en el libro “El arte como experiencia”. Dicha intersección da tres premisas importantes para reconocer hechos urbanos: ser social, ser cotidiano y ser político.
¿Es un elemento social la ventana Trujillana? Esto se ejemplifica en no solo su distribución por la región hispanoamericana, sino también en su variación. La adaptación a nuevos materiales y su distribución más allá de lo que es el centro histórico. Implica una necesidad de los trujillanos por cargarla y llevarla consigo cual crucifijo. Esto se es notorio, dentro del centro histórico, con la fachada “minimalista moderna-neoclásica” del BCP en el centro de la ciudad y la ventana del hostal Ejecutivo. El primero construye elementos exentos de decoración, pero no por ello dejan de ser ornamentales, muy similares a un balcón colonial y una ventana trujillana. El segundo usa una ventana trujillana, pero de una manera sin igual en el centro: lo usa como marco de dos ventanas . Este último uso correpondería a lo que Venturi, autor a tratar más adelante, llamaría “oasis” o “Imaginería arquitectónica”.



Lo social también se expresa en las variadas ventanas que aparecen fuera de lo perteneciente a la construcción. Dicho fenómeno de construir un elemento sin construirlo se encuentra en la cuarta cuadra del Jr. Pizarro donde se dibujó una ventana como parte del escenario para una dramatización por el bicentenario de la independencia de Trujillo el 29 de diciembre del 2020. Asimismo por el centenario de la independencia, se mandó a construir un monumento para su plaza mayor en el cual colocaron placas metálicas. En una de estas está, por supuesto, una ventana Trujillana. Así también, la necesidad de usarla en logos por parte de empresas trujillanas como la de la “marca Trujillo” o la del logo por el 50 aniversario de la cerveza Pilsen Trujillo correspondería a un valor simbólico, con fines lucrativos y no solo conmemorativos como en los otros ejemplos. En dicha aproximación lucrativa a la ventana se encuentran los souvenires Trujillanos. Estos son un ejemplo de cómo hasta el mercado entiende el valor social de la ventana para Trujillo, siendo este uno de los elementos que de alguna manera, para la demanda, condensa la visita a la ciudad.
En lo perteneciente a lo anecdótico de los usos sociales de la ventana sería ejemplar usar el caso de las ventanas del mismo tipo en Caracas. En dicho lugar, y se puede suponer en otros de Hispanoamérica, la ventana se usaba como lugar de interacción entre géneros. Los hombres, quienes usualmente tendían a tener roles pertenecientes al ámbito de la calle interactúan a través de estas con las mujeres quienes, bajo el machismo de la época, se debían a su hogar y solo veían la calle a través de los barrotes cual prisionera. En dicha coyuntura social se registra lo escrito anónimamente por un legionario británico a fines del siglo XIX.