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El nombramiento del doctor Hernán Condori Marchado como nuevo ministro de Salud encendió las alarmas por la elección para ocupar el cargo. Se resaltaba una denuncia por corrupción y antecedentes de promocionar la pseudociencia.
Además, se hizo viral un vídeo donde Condori aparecía en su consultorio privado promocionando ClusterX2 (conocida también como “agua hexagonal”), un producto fraudulento que no ha sido evaluado por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) responsables de regular medicamentos, vacunas y medicamentos. En palabras de NHT Global, la empresa que lo fabricó, este medicamento: “no pretende diagnosticar, tratar, curar o prevenir ninguna enfermedad”. Traducido al español: no tiene ningún efecto real.
Un punto importante en las ciencias médicas es que para que un tratamiento o fármaco sea aprobado, y posteriormente recomendado, debe pasar por muchas investigaciones que comprueben su eficacia y los beneficios que promete en quien los consume. Pero medicamentos como el ClusterX2 no son avalados por la comunidad científica y son tachados de pseudocientíficos. No vienen de la ciencia… vienen de la pseudociencia.
Según los psicólogos españoles Caballo y Salazar (2019), la pseudociencia implica aquellas prácticas, creencias o afirmaciones que pretenden ser científicas y se presentan como tal (p. 17). El problema es que, al no seguir una serie de estudios muy rigurosos que puedan comprobar su credibilidad, no cumplen con los criterios impuestos por la comunidad científica. Esto las hace pseudocientíficas: carecer de real estatus científico.
Sin embargo, a pesar de ello, los estudios están dispersos en el campo de las ciencias de la Salud y se esconden tras los nombres de terapias alternativas, prometen con entusiasmo tener efectos sanadores, casi milagrosos como un “santo remedio”, pero las investigaciones tienen otra opinión sobre ellas.
Los ensayos clínicos que indagan en sus efectos nos dicen que sus beneficios tienen que ver con el llamado efecto placebo (la fe del enfermo en el medicamento). Este efecto provoca que las personas sientan menos malestar y que las cosas están yendo mucho mejor. El efecto se da a nivel psicológico y, a su vez, puede influir en aspectos físicos.
Lamentablemente, estos beneficios no tienen nada que ver con la terapia o el medicamento en sí, sino con la creencia del paciente en que se va a curar. Quien se somete al tratamiento cae en la ilusión de sentirse mejor, pero todo está en la mente del paciente.
Parafraseando los artículos 9 y 10 del Código de Ética y Deontología del Colegio Médico del Perú: un médico no debe participar en la en el uso de medicamentos sin validación científica, ejerciendo la medicina sobre bases científicas guiándose de procedimientos médicos validados.
Como paciente, una persona tiene todo el derecho de preguntarle a su médico si el tratamiento al que está a punto de someterse está avalado científicamente. Todo profesional de la salud tiene como deber brindarle un tratamiento realmente eficaz.