Literatura: Galatea

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Encontré a Galatea en un basurero, bajo la lluvia ácida. Tenía los brazos y piernas cuarteados, pero su rostro estaba intacto. A pesar de la suciedad, se notaba que era bella. Era un modelo abandonado de la serie XR-2000, aquella que estaba extinta desde el fin de la rebelión. Un modelo teatral, supuestamente inofensivo; aun así, después de la catástrofe era un caso insólito encontrarse uno de estos. Además intacto… o casi intacto, en medio de la lluvia contaminada.

Para cualquier mortal, tener uno de estos es delito. Puede suponer hasta la pena de muerte. Yo estoy fuera de la ley y debo cuidar siempre mis espaldas. De no ser por la corruptela, asumo que debería haberme ido ya de la ciudad (o del país), pero los tratos bajos con los polis lo hacen algo más sencillo. Yo compito con ellos, pero tarde o temprano acaban necesitándome y no les queda otra que negociar.

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Finalmente te llevé. Tuve que ponerme los guantes para no quemarme. Había que quitarte toda esa mierda tóxica.

Parecías triste.

He reparado a Galatea. He reemplazado los circuitos quemados y he “curado sus heridas” (si acaso el término se aplica también a los cyborgs). Su antiguo corazón estaba podrido, así que había que cambiarlo. Olía mal.

Lo tiré por el wáter y caminé a la cocina, donde recordé que tenía el de Sarah. Sarah era mi ex mujer. Por alguna razón, me había enviado su corazón después de muerta. Estaba criogenizado pero nunca me preocupé en revivirlo en otro cuerpo o algo así. Estuve a punto de echarlo a los caníbales hace dos años. Habían estado rondando mi casa y quería mantenerlos lejos, pero se fueron. Se retiraron de vuelta al submundo, quizás espantados por la última balacera. Los polis y las pandillas se mataron y mataron a muchos, y luego gasearon los alrededores. El corazón de Sarah se quedó en mi heladera y ahora estaba petrificado. Tardé un buen rato en derretirlo.

Quizás un par de horas.

Lo coloqué sin mucha esperanza. Despertaste de inmediato.

“Soy Galatea BK-52, serie RX-2000. Modelo de actriz profesional, programada para ser lo que se me ordene.”

Durante el apogeo de los autómatas, muchos de este tipo dejaron a actores reales sin trabajo. La mayoría acabó en el submundo y se convirtió en los primeros carroñeros. Les echaban los muertos para que los devoren. Otros empezaron a atacar a los vivos.

Los dueños del teatro solían acostarse con las androides.

Decidí que, si ya había recogido el trasto, sacaría provecho de él. Si tu habilidad era interpretar, entonces me servirías para burlar a mis enemigos. Por las noches, me darías placer, porque soy un hombre solitario. Estoy destinado a no amar, y las putas se ponen cada vez más usureras.

Puedes convertirte en policía, cajera, vendedora de repuestos, estudiante, carroñera o meretriz. Basta con pedirlo. Pronto empecé a llenarme mejor los bolsillos, aunque en estos tiempos hasta la mejor recompensa es miserable. El hambre es un mal general. Las tasas de canibalismo crecen año tras año. El gran régimen se esfuerza por ocultarlo, pero se siente.

Eres una excelente actriz.

Poco a poco empezamos a acostumbrarnos el uno a otro. Quizás hay cosas que voy olvidando en el camino. Voy construyendo tu “humanidad” en base a lo que te pido, a lo que pienso que me das. Yo, que he llevado más de diez años viviendo solo, empecé a ocuparme de ti. De que funciones. Me preocupé por tu caducidad, por tu permanencia.

Supongo que tú me lo hacías todo menos pesado. La “vida”, si así le podemos llamar. No sólo eras otra cazadora, como yo. Eras también una suerte de amante-esposa-madre. A veces creía que me escuchabas, o que hasta podías sentir pasión.

Galatea es más mujer que las esposas de los señores. Posee un corazón de carne y los rasgos finos. Por las noches, su cuerpo se calienta.

Galatea no pasa hambre ni se baña los dientes en oro. No pertenece a ningún lugar.

Galatea sólo existe aquí y es el único nombre que recuerdo.

Meses después, Galatea me arranca el corazón, y lo lanza a los caníbales. Mi cerebro yace flotando en un cubo de contención con líquido verdoso. Espero sumiso el próximo experimento.

Vuelven los androides. Cae el Estado Máximo. Cae la humanidad.

FIN

Author: Alexiel Vidam

Autora del poemario “De Gritos y Demonios” y el cómic “After New Genesis”. Entre sus obras premiadas se encuentran los poemarios “Rojo Grisáceo”, “Cámara Oscura”, los cuentos “La Iluminación de la muerte verde”, “Galatea” y “El Gallinero”. Entre sus intereses se encuentra el cine y las series.