- Opinión: La progresofobia - 25 de mayo de 2022
- Tierra Baldía: Escribir desde la pérdida - 17 de febrero de 2022
- Coladera de fondos públicos y corrupción en el sector salud - 3 de febrero de 2022
El idioma sueco (svenska) es una lengua germánica del norte de Europa hablada por más de nueve millones de personas entre Finlandia, Suecia y las Islas Åland; y, a pesar de estar geográficamente en territorios con un alto índice de desarrollo e igualdad, no existía en el vocablo sueco ninguna palabra para referirse a la masturbación femenina. Por ello, en 2015, la Asociación Sueca para la Educación Sexual lanzó una campaña, en conjunto con filólogos, académicos y sexólogos de todo el país, para inventar un término adecuado para aquello que no tenía nombre, pero que gran parte de las mujeres inventaba rebelándose ante la dictadura de un idioma que no las contemplaba. Así fue como, después de analizar más de doscientas propuestas se escogió el término klittra, que proviene de “clítoris” y glitter (brillantina) para darle nombre a la masturbación femenina, un acto tan viejo como la historia de la humanidad, y que sigue siendo un tabú en nuestra sociedad actual.
[bg_collapse view=»link» color=»#4a4949″ icon=»eye» expand_text=»Seguir leyendo este contenido» collapse_text=»ocultar» ]
Escuchar el audio sobre este reportaje:
Vestigios históricos de la masturbación femenina datan de las civilizaciones egipcias y mesopotámicas. Las faraonas egipcias, por ejemplo, hace más de cuatro mil años, eran enterradas con sus objetos más preciados, entre ellos, sus consoladores o dildos. Se cree que el primer consolador creado por los egipcios fue bajo la orden de Cleopatra y este consistía en un rollo de papiro en cuyo interior había abejas vivas que revoloteando hacían vibrar al aparato. Esto lo explica Philippe Brenot, director de enseñanzas de Sexología y Sexualidad Humana de la Universidad de Descartes, Francia, quien ha publicado libros como La historia del sexo: desde los Alpes hasta los robots, la Historia de la sexología, Diccionario de la Sexualidad humana, entre otros. Mientras que, en la mitología sumeria, Apsu, el dios del agua fresca nació del océano creándose a sí mismo a través de la masturbación, las lágrimas y la saliva.



En la Antigua Grecia la masturbación era considerada un don de los dioses, porque Hermes le enseñó a su hijo, Fauno, a masturbarse. La masturbación era común en hombres y mujeres, y era considerada una actividad privada y personal. Los dramaturgos de la época mencionaban a los consoladores sin tapujos en su obra. Así, Lisistrata, la heroína que decide suspender las relaciones sexuales con sus maridos hasta que se pusiera fin a la guerra entre Atenas y Esparta, en una de las obras de Aristófanes, se queja por la escasez de estos. En aquella época, los dildos de Mileto, los consoladores más famosos de toda Grecia, eran confeccionados con piel de perro. También Herodas menciona a los consoladores en su obra Mimo 6, en la cual dos señoras conversan con amplia libertad de un fabricante de olisbos o consoladores.
En el caso peruano, existe una enorme iconografía erótica en la que incluso existen representaciones homosexuales masculinas preincaicas, siendo los Mochica quienes más incursionaron en la fabricación de huacos eróticos, incluso algunos con forma de pene. Sin embargo, no se han encontrado representaciones de actos homosexuales femeninos ni de masturbación femenina.
¿A qué se debe, entonces, que un acto tan natural como la masturbación femenina no llegue a ser representado en el arte precolombino? Conversamos con Sara Vera, docente de Historia del Arte de la Universidad de Lima al respecto. Ella rechaza la idea de que la cultura Mochica haya sido machista porque los últimos descubrimientos arqueológicos señalan que tanto hombres como mujeres podían llegar a tener posiciones importantes, como es el caso de la dama de Cao. “Los moches son una cultura prehispánica con muchos misterios acerca de la sexualidad femenina, lo que se conoce es a través de la cerámica. En estos se puede observar el acto sexual entre hombre y mujer, entre hombres, pero no el acto sexual entre mujeres o de masturbación femenina”, comenta.
“Varios arqueólogos coinciden que la sociedad moche fue dual, el mundo de arriba asociado a lo masculino y el mundo de abajo, a lo femenino. Existe una asociación interesante de la lluvia con la tierra, con el semen y la fertilidad, que es un tema clave para la supervivencia. Por ello, creo que a la mujer se lo otorgó ese papel importante, la procreación y la lactancia, aunque sigue siendo un misterio”. Dice, además, que es posible que existan huacos que representen la masturbación femenina, pero que aún no han sido descubiertos.
«La masturbación quedó estigmatizada e incluso se creyó que esta generaba impactos mentales negativos como, por ejemplo, apatía y frialdad en las mujeres casadas.»
Carlos Suasnavas, en su artículo «La masturbación a través de la historia», menciona que la masturbación cayó en desgracia en Europa con el inicio del cristianismo, pero lo curioso es que la Biblia no hace mención alguna sobre la masturbación”, lo que podría tomarse como una forma de quitarle el nombre a algo que existe o simplemente hacerlo invisible. El mismo autor menciona que fue Agustín de Hipona quien enseñó que la masturbación era incluso peor que la fornicación, la violación, el incesto o el adulterio, ya que a través de estos últimos se podía producir un embarazo por lo que se consideraban pecados “naturales”, mientras que el auto placer era, al igual que la homosexualidad, un pecado “antinatural”.
El cristianismo se extendió por toda Europa cuando el Imperio Romano se acogió a esta religión. Fue ahí cuando, según explica Suasnavas, empezaron las prohibiciones e imposición de pecados que no existían en la antigüedad, con lo cual la masturbación quedó prescrita y empujó a todos, hombres y mujeres, a hacerlo en secreto, como si fuera algo malo, algo que no debía nombrarse ni tener nombre.



La masturbación quedó estigmatizada e, incluso, se creyó que esta generaba impactos mentales negativos como la apatía y frialdad en las mujeres casadas. Suasnavas explica que era severamente sancionada en los niños de aquellos tiempos, a quienes les colocaban en el cuerpo dispositivos que tenían como finalidad evitar las erecciones nocturnas. En el caso de las mujeres histéricas, los médicos combatían dicha enfermedad masturbando manualmente los clítoris de sus pacientes y empezaron a crearse los primeros vibradores modernos porque los doctores se cansaban de masturbar a tantas mujeres histéricas.
Fue Alfred Kinsey, en 1948, quien después de quince años de estudio publicó sus investigaciones sobre la sexualidad humana, en las que consideraba a la masturbación como algo normal, e hizo público el dato de que, a pesar de las prohibiciones sociales, el 97% de los hombres y el 62% de las mujeres se habían masturbado alguna vez en su vida. Estos datos no fueron aceptados por los hombres de la época por no concebir la idea de que las mujeres pudiesen masturbarse. Los resultados escandalizaron a la sociedad y levantó la protesta de la Iglesia, que consideraba a su obra como un trabajo que dañaría la moral norteamericana.
Palabras sagradas que silencian



Se ha mencionado que la Biblia no contiene ninguna referencia directa al tema de la masturbación. En el Corán, la mayoría de expertos interpreta que este libro sagrado para los musulmanes prohíbe la masturbación en ambos sexos. Actualmente, creencias religiosas extremas en regiones de África empujan a varias sociedades a practicar la extirpación del clítoris, más conocida como ablación genital femenina, para que las mujeres no puedan sentir placer. En dicho continente, aproximadamente el 30% de las menores de 15 años son sometidas a dicho procedimiento quirúrgico y hasta el 98% en algunas comunidades de Somalia, según la BBC.
Además, de acuerdo con La Vanguardia, cada año se mutilan tres millones de niñas en todo el mundo y cerca de 200 millones de mujeres de todo el mundo han sufrido esta práctica. La creencia generalizada en dichas comunidades es que la extirpación genital permite el control de los deseos y las conductas de las mujeres antes y durante del matrimonio y, por supuesto, la masturbación.
El diario El Mundo también publicó una narración sobre la mutilación femenina: “Sientan a la niña desnuda, en un taburete bajo, inmovilizada al menos por tres mujeres. Una de ellas le rodea fuertemente el pecho con los brazos; las otras dos la obligan a mantener los muslos separados, para que la vulva quede completamente expuesta. Entonces, la anciana toma la navaja de afeitar y extirpa el clítoris. A continuación viene la infibulación: la anciana practica un corte a lo largo del labio menor y luego elimina, raspando, la carne del interior del labio mayor. La operación se repite al otro lado de la vulva. La niña grita y se retuerce de dolor, pero siguen sujetándola. La anciana enjuga la sangre de la herida y la madre, así como las otras mujeres, ‘verifica’ su trabajo, algunas veces introduciendo los dedos”.
Del silencio al ruido
Por muchos años se ha considerado que el placer femenino debe ser reprimido. Sin embargo, en las últimas décadas se ha venido visibilizando el tema de la masturbación femenina, un tabú que muchas mujeres practican, pero que prefieren callar. Según el portal Marie Claire, el 75% de las francesas admite que se masturban, mientras que en España el porcentaje es de 67%. Por su lado, para Womens Health Mag, el 90% de las mujeres se masturba y el 80% de estas utiliza un juguete sexual para ello. Según El Español, el 88% de las mujeres españolas se masturba en una media de dos días en sesiones de aproximadamente 13 minutos; el 40% de estas lo realiza utilizando un juguete sexual, mientras el 60% restante se vale de las manos para autosatisfacerse.
En 1994 la secretaria de Salud Pública de Estados Unidos, Joycelyn Elders propuso que “la masturbación es algo que debería enseñarse en las escuelas”, lo que le costó el puesto. A pesar de ello esto, según la revista Vogue, generó un cambio de mentalidad: la empresa Good Vibrations instauró mayo como el «mes de la masturbación», celebración que el día de hoy tiene alcance internacional.



No solo ello, en los últimos años se ha vuelto a considerar, como en los tiempos griegos, que la masturbación femenina es un acto digno de ser reflejado en el arte y en la cultura popular. Así, el fotógrafo estadounidense Will Santillo retrató en los años sesenta mujeres posando, mientras se masturbaban, recopilación que fue publicada en el 2011 en un libro llamado La petite mort.
En la literatura, la masturbación se ha abordado de manera casi natural, pero desde lo masculino. Así, el tema ha estado representada en novelas, como Por el camino de Swann (1913), de Marcel Proust; Ulises (1922), de Joyce; Lolita (1959), de Nabokov; El lamento de Portnoy (1969), de Roth, y Los detectives salvajes de Bolaño. Ocurre lo mismo en lecturas como Tampa (2013), de Allisa Nutting, y How to build a girl (2014), de Caitlin Moran.
Pero la literatura también ha venido derrumbando el tabú de la masturbación femenina (algo impensable en los años setenta). Es el caso del escritor argentino Manuel Puig, quien fue criticado por hacer “literatura femenina” en The Buenos Aires Affair (1973). También la masturbación femenina ha sido representada en el cine, en películas como Átame (1989), Secretary (2002), Esta no es otra estúpida película americana (2001), Virgen a los 40 (2005), Cisne negro (2010), entre otras.
El caso peruano



En Perú, si uno busca en internet información sobre la masturbación femenina, lo primero que saltará en el buscador son una retahíla de páginas pornográficas: “Videos de masturbación femenina”, en el portal Perú caliente; “masturbación femenina casero caseras peruana”, en XVIDEOS; “masturbación femenina orgasmo niñas gritonas peruanas”, en XNXX. Todo ello denota la escasa información que existe sobre el tema, a pesar de que gran parte de la mujeres se masturba.
“La pornografía es una industria que, a nivel de educación sexual, perjudica, brinda mucha información falsa, por ejemplo, muchas mujeres piensan que el placer sexual tiene que ver con cantidad de líquido que se bota en el sexo”, comenta Eirelyn Gómez, sexóloga venezolana que radica en Perú hace varios años. No existen cifras en el Perú sobre la masturbación femenina, pero Eirelyn atiende a cientos de mujeres que llegan a ella para obtener información. “Existe un tema cultural, hablar de masturbación sigue siendo un tabú. El machismo y el tema religioso afecta puesto que allí se habla de la virginidad, del pudor, de reprimir el placer en el comportamiento sexual femenino, creo que es uno de los motivos por los cuales no se encuentra información sobre la masturbación femenina en el Perú”, detalla.
«La masturbación es la práctica sexual más segura que existe, puesto que no es posible tener a través de ella enfermedades de transmisión sexual.»
También dice, por ejemplo, que se ha encontrado con mujeres mayores de treinta años que no conocen su cuerpo, que no saben dónde se encuentra ni para qué funciona su clítoris. “No existen escuelas en el Perú que te hablen de educación sexual, más allá de la prevención del embarazo y las enfermedades de transmisión sexual”. En el país, según la experta, aún está mal visto hablar sobre la masturbación femenina, aunque existe una esperanza: cada día hay más mujeres empoderadas que buscan información. De las consultas que atiende, un aproximado de 60% de las mujeres afirma haberse masturbado alguna vez y solamente un 40% lo sigue considerando como algo malo.
De acuerdo con la experta, la masturbación es la práctica sexual más segura que existe, puesto que no es posible tener a través de ella enfermedades de transmisión sexual. Y tiene, además, una serie de beneficios: permite a las mujeres identificar sus puntos máximos de placer, se puede llegar al orgasmo, se puede reducir el dolor menstrual, alivia dolores de cabeza, fortalece la autoestima, reduce la probabilidad la aparición de quistes y de cáncer de mama y, de paso, se realiza ejercicio. No se conocen hasta el día de hoy consecuencias negativas del acto masturbatorio que estén comprobadas científicamente; sin embargo, comenta Gómez, no son pocas las mujeres que creen el mito de que la masturbación ocasiona problemas psicológicos.
A pesar de que el español, a diferencia del sueco, sí concibe un término para dicho acto (masturbación femenina), en el Perú este acto sigue siendo un tabú, algo invisible, algo que no debe ser nombrado, algo por lo que muchas mujeres luchan: poder conocer su cuerpo.
[/bg_collapse]