Opinión: Los diagnósticos psiquiátricos por televisión

Marcelo Tejada

Cuando se habla de temas relacionados con “salud mental” en un programa de televisión en vivo, se busca a un psicólogo clínico, psicoterapeuta o psiquiatra para que se ocupe del asunto.

Esto puede salir bien…o también puede salir mal.

Recibe nuestro Newsletter

Suscribiéndote en este newsletter recibirás todas nuestras publicaciones. Frecuencia: 20-25 al mes días.

Cuando el clínico explica las posibles causas, consecuencias, trastornos relacionados y tratamiento de un conjunto de síntomas. Sin embargo, el resultado puede – y suele – ser distinto. Cuando el especialista no se limita a promover el cuidado de la salud mental, a mencionar sobre los posibles trastornos mentales asociados, todo sale mal. Cuando el psicólogo o psiquiatra diagnostica – sin reparos –  en tiempo récord, en vivo y en directo, algún trastorno mental o síndrome a una persona.

A simple vista, podría pensarse que esto es inofensivo, qué tiene de malo hacerlo, pues “solo está diagnosticando a una persona, ¿Qué problema podría haber en eso?”

El problema es que para diagnosticar a un paciente algún trastorno mental es necesario que se cumplan una serie de condiciones:

  • Tener contacto con el paciente.
  • Conocer su historia y problema a partir de su relato.
  • Saber cómo esto ha alterado las áreas importantes de su vida.

Para ello se usan una serie de herramientas como la entrevista, la observación de conducta y pruebas psicológicas. No basta con una captura de pantalla de algún chat, escuchar algún audio o ver un video de una persona haciendo algo para hacer un diagnóstico.

En ese sentido, es totalmente incorrecto diagnosticar y hablar de una persona, frente a un público en general, desde la comodidad de un estudio de televisión.

Que profesionales de salud mental vaya a algún programa de televisión no es bueno ni malo de por sí, lo que determina esto es lo que vaya a hacer en el programa. Lamentablemente sucede que son invitados para opinar de asuntos ajenos, con la intención de entretener, divertir y lucrar con las desgracias ajenas, en un ambiente poco y nada) serio.

En este sentido, no solo hay un mal ejercicio de la profesión por hacer un diagnóstico en condiciones inadecuadas, sino también porque se una inapropiadamente la posición que se tiene como profesional de salud mental.

Durante un proceso diagnóstico, el psicólogo/psiquiatra no solo pone en práctica su conocimiento y destreza para determinar qué trastorno tiene el paciente y qué tratamiento puede hacerle bien, también demuestra que reconoce al paciente como una persona y no como un objeto, alguien que sufre y es digno de un trato justo, que vive una situación complicada y cuyos detalles le relata porque probablemente no puede hacerlo con alguien más. Además, el paciente no solo confía en que el especialista sabrá cómo ayudarle, también confía en que respetará sus derechos, que lo verá como un ser humano y no como un objeto.

Cuando se hace un diagnóstico por televisión, se puede caer en las más pintorescas paradojas como promocionar los servicios a los televidentes, prometiendo que les ayudarán con sus problemas y que saldrán juntos de esta, cuando con tan solo haber dicho cosas fuera de contexto, le crearon a una persona más problemas que los que ya tenía.

Es cierto que no es un pecado intentar publicitarse, pero mucho depende la forma en la que se hace. Pretender diagnosticar u opinar sobre alguien en condiciones inadecuadas puede ser cualquier cosa menos practicar psicología clínica o psiquiatría, porque estas no tienen como prioridad entretener a los demás; al contrario: implican reconocer la dignidad y los derechos de las personas a las que se atiende que son seres humanos que sufren o ven a otros sufrir.

Esto se logra sólo cuando se toma conciencia real de la responsabilidad que se tiene por la posición que uno cumple (la de alguien con un conocimiento que debe usarse para el bien y no para el mal de los demás).