- Un 14 de febrero multicolor - 14 de febrero de 2022
- Somos quechua (III): Saliendo de la exclusión - 9 de enero de 2022
- Somos quechua (II): Migrando por educación - 6 de diciembre de 2021
#Perfil
¿Es difícil pertenecer a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos siendo mujer y de procedencia extranjera? Una joven mujer de origen peruano cuenta su testimonio.
Histórica y tradicionalmente, las milicias han estado asociadas a los hombres, por ser una profesión que requiere “rudeza”. Pero esa cosmovisión empezó a cambiar a inicios de los 70, cuando las primeras armadas del mundo decidieron permitir que las mujeres formaran parte de este servicio. De hecho, muchas de ellas, como Andrea Salazar, se han encargado de demostrar precisamente que la valentía y el coraje no tienen género.
La joven Andrea, peruana de nacimiento, ingresó a la Fuerza Aérea de Estados Unidos en 2019. Optó por el servicio militar para poder ayudar a su madre en la situación en que estaba. Al inicio, su madre estaba muy atemorizada por ello, aunque terminó por apoyarla, al igual que su hermana. Pero, además, lo hizo por sus dos niños, pues siempre ha querido un mejor futuro para ellos.



Andrea, natural de Arequipa, fue ciudadana peruana hasta hacía algún tiempo atrás, antes de que tuviera que renunciar a ella para convertirse en ciudadana de los Estados Unidos. “Esto no tuvo nada que ver con lo militar”, aclara.
Ella se siente muy orgullosa de cada una de las decisiones que ha tomado, y esta no es la excepción. De hecho, piensa que, para atreverse a hacer una carrera como la suya, “se necesita muchas ganas de salir adelante”. A pesar del temor natural hacia la muerte que puede tener todo aquel que se dedica a la milicia, ella se siente confiada de sí misma. «La verdad, tener miedo de arriesgar mi vida no lo he tenido”, asegura.
Desde luego, Andrea ha tenido días donde sus desafíos han sido mayores que otros, y es ahí donde precisamente puso “a prueba de bala” su gallardía. “Recuerdo separarme, por primera vez, de mi familia e irme por dos meses a un entrenamiento donde no tenía ningún tipo de comunicación, y pensaba que nunca más saldría de ahí, pero sí lo pasé”, cuenta entre risas.
Aunque por su propio oficio no le es permitido dar detalles acerca de sus entrenamientos, se le puede ver contenta sirviendo al que ahora es su país. A Perú no ha regresado desde hace más de 10 años, y dice que solo lo haría para visitar. “Sé que todo ha cambiado. Y, pues, se extraña, sobre todo la comida y la familia”, expresa con nostalgia.
Este año, Andrea cumple dos años de servicio. Aún no sabe qué hará al jubilarse, pues falta mucho para ese momento, pero lo que sí tiene claro es que seguirá sirviendo a su país de acogida, a aquella patria que le abrió los brazos y que le permitió traer al mundo a dos pequeños, por quienes está dispuesta a darlo todo.



Los tiempos en que las mujeres eran minoría en las milicias ya están quedando atrás. Y de eso pueda dar fe Andrea, quien dice con seguridad que hay oportunidades para cualquier persona, indistintamente de su género o de su procedencia.
La idea equívoca de que las mujeres solo podían desempeñarse para “ciertos oficios” es cosa del pasado. Esa concepción de “fragilidad” para ciertos roles y “rudeza” para otros, se ve con una menor marcada diferencia cada día más. Justamente, hay mujeres que han llegado a tomar el mando para lograr ese cambio de actitud ante “el lugar de la mujer en la sociedad”.