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La primera vez que Lucía PV habló sobre su abuso tenía 25 años. Había bloqueado todos los recuerdos posibles sobre su infancia y solo tenía memorias de sus clases en el colegio, nunca de su casa.
«Estudié en un colegio mixto, pero en mi época no se hablaba del abuso, era casi imposible que en las altas clases de una ciudad pasaran estas situaciones. Nunca reconocí que fui abusada porque no lo vi así, sino como un incidente de mi vida», menciona Lucía mientras empieza a contar su historia.
La razón por la que empezó a hablar de su abuso en voz alta fue porque inició terapia con un psicoanalista. «Me animé a llevar terapia porque sentía mucha ansiedad. No sabía que terapias habían así que me animé por el psicoanálisis y cerca del departamento donde vivía estaba el consultorio de una psicóloga que se llamaba Cecilia y no se si agradecerle por ayudarme a recordar; aun me cuesta recordar esa sesión. Fue en la tercera semana que destapé este recuerdo espantoso que pensé que había borrado por completo de mi cabeza».
Lucía recuerda que cuando tenía 7 años, y su hermana menor 4, los visitaba un amigo de su familia. Era como un «tío» por ser cercano a sus padres y cuando ellos iban a trabajar, el venía por las tardes a verlas. Mientras su hermanita veía televisión, su «tío» la sentaba en sus faldas y le acariciaba el cabello.
«Recuerdo que bajaba su cremallera y me obligaba a tocarlo con mis dos manos, luego me obligaba a darle besos en la boca y si no quería, me cogía muy fuerte la cara y el me besaba a mi. Tengo el recuerdo de sus gemidos y aun siento asco de mi misma. También me amenazaba, me decía que si no hacía lo que me pedía, iba a golpear a mi hermanita hasta matarla y, a esa edad, uno se cree todo. Me decía que si no lo tocaba, el le iba a decir a mi mamá y yo en ese momento le tenía mucho miedo a mi mamá porque me golpeaba por desobedecerla», relata Lucía.
Muchos años después se encontró con su abusador en la calle. El estaba casado y tenía una esposa y Lucia iba con su madre. Su madre le dijo: «¿Lo recuerdas? Iba a la casa a cuidarlas pero yo dije que no lo recordaba y no me atreví a mirarlo a los ojos, mi mirada se quedó en sus zapatos, no quería recordar su rostro del todo, quería dejar esa parte de mi de mi vida de lado».
Durante su adolescencia odiaba a su cuerpo y rogaba que no le salieran los pechos ni quería que las caderas se le ensancharan. «Quería ser hombre y lloraba rezándole a Dios que me hiciera hombre porque no querían que me tocaran más».
Lucía nos contó que fue abusada en tres oportunidades por tres hombres diferentes: todos eran cercanos a su familia. Nunca le contó a su padres ni a nadie, solo lo trató en terapia y aun cree que no está lista para destapar la segunda y tercera oportunidad en la que fue abusada. Todos los abusos fueron antes de cumplir los 12 años.



Según el Informe del Programa Nacional Aurora del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables en el 2020 se atendieron 35,661 niñas, niños y adolescentes por violencia, siendo 9,582 casos de violencia sexual. Asimismo, el acoso sexual, de forma virtual, aumentó en un 73% respecto al mismo periodo en el año 2019
Destapando un recuerdo
Carmen RB tiene 29 años ahora pero su abuso se produjo cuando tenía 6. Fue en su casa, en ese momento, vivía en Chiclayo. «Afortunadamente, no me violaron», dice.
La razón por la que recordó este abuso fue porque escuchó a una compañera de trabajo que lloraba desconsoladamente en el baño de la oficina. «Mi amiga no podía hablar del llanto y solo atiné a abrazarla hasta que pudiera hablar y contarme qué pasaba». Cuando pudo recuperarse, Carmen le dijo a su compañera si podía ayudarla en algo.
«Ella me dijo que en su casa, su abuelo había estado tocando a su hermanita de 10 años y lo había descubierto. El señor tenía 58. Fue en ese momento que tuve un flash back, como si alguien me hubiera pasado electricidad en todo el cuerpo y me devolvió a una escena en mi casa de Chiclayo, fue horrible porque solo atiné a encerrarme en mi oficina y llorar».
Carmen cuenta que ella llegaba del colegio y encontraba a un señor que arreglaba varias cosas en su casa. «Era conocido ya en mi familia y en ese momento arreglaba la tubería de la cocina. Tengo vagos recuerdos pero lo he visto varias veces en mi casa y había una vez que recuerdo como me besaba en la boca y me metía la lengua; abusaba de mi cuando mis papás no estaban en casa y solo me cuidaba la chica que nos cocinaba. Me acuerdo también que me jalaba del pelo y me decía que no llorara porque sino iba a golpearme, creo que fue la chica la que me salvó porque en ese momento, ella le dijo a mis papás que veía raro al señor; ojalá a ella no le haya hecho nada».
Este episodio de Carmen hizo darle cuenta y reconocer que fue abusada. «Ojalá ese señor esté muerto ahora», sentencia.
Ambas mujeres coinciden que estos relatos no fueron contados a nadie por la vergüenza que sienten al decirlos en voz alta. «Se que no es mi culpa que estas personas abusaran de mi, pero aun así existe un miedo en mi cabeza y siento que no van a creerme», asegura Lucía.
Por su parte, Carmen menciona: «No hay nada que ayude a borrar por completo esta situación, la terapia ayuda pero no la cura y lamentablemente vamos a tener que vivir con esta huella el resto de nuestra vida».
Nota: Los nombres de pila de las víctimas han sido modificados por pedido propio y seguridad en sus relatos.