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Cada día se escucha con mayor frecuencia la frase: “Las guerras del futuro serán por el agua” o “el agua es el petróleo del futuro”. Un breve repaso demuestra que siempre lo ha sido y lo será. El agua, en las guerras o en los usos bélicos, ha sido siempre un tema recurrente. Este material es tan trascendental que se encuentra presente en todos los ámbitos humanos.
Va mucho más allá de la necesidad biológica: Los medios de transporte necesitan del agua pues necesitan del agua para uso en sus procesos y el transporte fluvial o marítimo no existiría sin esta. La minería necesita agua en muchos de sus procesos, he de ahí el quid de los constantes conflictos por el agua contaminada que, algunas mineras inescrupulosas, vierten directamente en los ríos o mares. La industria la necesita para refrigerar sus máquinas. Existen otras opciones de refrigeración, pero ninguna tan barata, ubicua y fácil de adquirir como el agua. Demás estaría explicar su vital importancia en la cadena de producción de alimentos o de energía en las centrales Hidroeléctricas. Lo que sí es importante entender es su rol geopolítico. De esta parte todo el problema con el agua.
La geopolítica estudia las razones de los estados para tomar ciertos cursos de acción en base a su realidad territorial y demográfica. Un ejemplo sería la controversial conquista del Tibet por la República Popular de China. Desde esta perspectiva, la conquista no responde a temas tanto culturales o económicos, la región fue, y aún es, la más pobre del país; como sí al hecho que del Tíbet nacen la mayoría de ríos importantes de China, India, Bangladesh, Pakistán y Myanmar. China, asegura su suministro y manejo para que no le falte agua, mientras que el resto de países debe esperar que este país se comporte a la altura. Dicha altura, por supuesto, se pierde en una guerra. China tiene una ventaja en la guerra. Este ejemplo se ve a los ríos como fuente de poder diplomático.
Otro ejemplo sería el caso de Singapur. Este país no cuenta con cuencas propias de agua dulce. Al ser un país desprovisto de riquezas naturales, tuvo que invertir en su población como recurso para aprovechar su riqueza geográfica: su posición. Es una de las razones por la alta educación de los habitantes de la isla. No tuvo de otra para salir del “Pozo negro de la miseria y la degradación”. Así es como se refiere Lee Kuan Υeuw, según la BBC, quién fue el líder de la isla por más de tres décadas y es reconocido por ser el responsable del desarrollo de la isla. Este sería un ejemplo de cómo las naciones buscan soluciones ante su pobreza territorial. Este desarrollo no solo está en lo que se obtiene, como el caso chino, sino en el buen manejo de lo que se tiene, como este caso.
Un ejemplo distinto es el caso de los ríos Nilo y Paraná. Ambos ríos produjeron naciones llamadas “los graneros de” tanto de Roma como del mundo. Se refieren a Egipto del siglo I A.C. y Argentina a inicios del siglo XX respectivamente. Ambos territorios políticos explotaron sus ríos como fuente de agua para producir comida, y también de transporte. En el caso del Nilo, conecta toda la ribera hasta la primera catarata a través de más de 1200 km navegando. Y en el de Paraná conecta a Argentina con Paraguay y Brasil hasta las cataratas de Iguazú a más de 2200 km navegando.
El tema con el último ejemplo es que los dos ríos están en las antípodas en cuanto a su manejo político se refiere. El Nilo está causando la escalada de tensiones entre Egipto y Etiopía por intervención humana directa, mientras que el Paraná es un ejemplo de cooperación internacional, entre los tres países previamente mencionados, que está entrando en crisis por intervención humana indirecta.
El Nilo



Dos consejos populares para tener buena salud son “no se come de noche” y “usar el celular, antes de dormir, es dañino”. En África hay dos países que, preocupados a su manera, quieren forzar al otro a cumplir, por lo menos, una de esas frases. Uno de ellos es Etiopía que quiere construir una represa y central hidroeléctrica, y para ello necesitará llenar una represa con agua. Etiopía es un país, en el cual solo el 45% de la población tiene acceso a electricidad y para cumplir con su alto crecimiento poblacional debe redoblar esfuerzos pues para el 2050 alcanzará los 191 millones de habitantes y para 2100 los 250 millones, según estimaciones de la ONU. Actualmente tiene 118 millones y en menos de 100 años tendrá más del doble.
Etiopía planifica para el futuro y ello es loable. Lo no permisible para Egipto es que para llenar dicha represa, se necesita del agua del Río Nilo pues la recoge de uno de sus afluentes: el Nilo Azul. Esto implica que el Nilo llegaría al mar Mediterráneo con menos agua, mientras se llena la represa. Todos los proyectos que necesiten de sus aguas serán perjudicados.
Menos agua implica una menor producción agrícola, por lo tanto en un encarecimiento de los productos. También eleva la necesidad de importaciones de comida y reduce la independencia alimenticia. Egipto no quiere esto pues su situación demográfica no es distinta a la de Etiopía. En el año, según estimaciones conservadores de la ONU, tendría 140 millones de habitantes y para el 2100, 224 millones. También duplica la población que tiene en menos de cien años.
Egipto pide que se extienda el llenado de la represa en 20 años para poder actualizar sus sistemas a un menor flujo del agua. Es decir, en apenas dos décadas podrán llenarla. Los etíopes podrán en el 2041 recién usar su represa llamada el Gran Renacimiento Etíope. ¿Es justo que las decisiones de un país de asentar al 98% de su población alrededor de un río afecte las posibilidades de otro de desarrollarse con sus propios recursos? O ¿Es justo que las ambiciones de un país afecte la seguridad alimentaria de otro por desarrollar infraestructura de un río que debería ser de todos? Esta limitación se torna escandalosa cuando se considera que Egipto tiene una represa en el Nilo: la llamada represa de Aswan. A su vez Sudán también tiene una: la represa Roseires. Está muy cerca de la frontera con Etiopía y también usa agua del Nilo azul.
¿Se puede usar la ley internacional para solucionar este conflicto? Pues no y por dos razones. La primera razón es que la ley internacional del agua considera ambos casos como válidos, pues muchas veces no considera el contexto de las situaciones individuales. Todos tienen derecho a usar sus recursos para progresar, pero también todos tienen derecho a poder tener esos recursos para comer, según el Instituto Internacional de Agua de Estocolmo.



La segunda razón, y es la que aparentemente va a tener mayor presencia en la resolución de este problema, es que en el plano internacional, a diferencia del nacional, hay desorden. Los países tienen sistemas estructurados de pesos y contrapesos. En el ámbito internacional, no hay un ente que regule los pesos de los estados y tampoco hay una entidad que regule el abuso de unos estados contra otros. A diferencia del plano nacional, donde un individuo agresivo puede ser arrestado y llevado a prisión a través de procesos y reglamentos establecidos, a los países no se los puede encerrar y la agresividad, por lo general es expresado en actos bélicos, a los cuales los países afectados responden con igual o mayor intensidad.
¿Esto qué implica para el caso del Nilo? Aquel gobierno que sea más fuerte se va a terminar imponiendo. En especial por parte del país más afectado, en este caso Egipto, va a tender al uso de la intimidación y disuasión como medio de negociación. Por lo pronto existen declaraciones del actual jefe del presidente egipcio, Abdel Fattah el-Sisi, que menciona que “la opción militar está sobre la mesa” y de acuerdo a Aljazeera no es gratuito el aumento de compra de armamento, sobre todo a Francia, recientemente con capacidad de atacar de manera precisa instalaciones en el territorio enemigo. Según Reuters, solo en mayo se realizó la compra de 30 jets de combate por 4 500 millones de dólares. Es decir, Egipto puede atacar solo a la represa si es que lo considera necesario. Sin embargo, esta opción con el pasar del tiempo se diluye de los planes, pues la demora de la destrucción, significa mayor agua que será vertida de golpe en el río. Esto puede provocar inundaciones en el pasó del caudal.
Esta situación, para habitantes de otros países puede no terminar de entenderse, pues es solo llenar una represa. ¿Qué tanta agua consume ello? Esto para ríos, como el Amazonas o el Misisipi no representaría mayor problema pues, aparte de tener varios ríos alimentadores, el caudal es alto. Del primero es 175 000 m3/s de agua, mientras que para el segundo es 16 200 m3/s de agua. El caudal del Nilo es de solo 2 700 m3/s. Esto significa que en los dos ejemplos discurre agua a mayor velocidad, es decir los ríos transportan más agua sobre unidad de tiempo que en el Nilo. Es por ello que Egipto pide iniciar el llenado en veinte años. Así, el corte del suministro no les afecte tanto, porque, dado el poco caudal, demorará llenarse todo y se deberá reducir bastante el afluente que salga.



Etiopía ya empezó a llenar la represa como puede verse en las imágenes satelitales. ¿Qué pasa si espera 20 años? Pues debería iniciar de nuevo. El agua se evapora. La infraestructura ya construida envejece y sería un gasto para el país por todo el mantenimiento que necesitaría. No usarlo, aparte de un golpe político duro, sería también uno económico, pues aparte del mantenimiento debe pagar el préstamo que pidió para construir la represa. El inicio del llenado es impostergable y ha alarmado a Egipto. Hasta ahora se ha completado la segunda fase del llenado. Si se sigue el ritmo actual, se podría llenar en 2 años.
El escenario entonces es el enfrentamiento entre dos países africanos por el uso del agua. Uno desea sembrar y el otro, producir energía. Sin embargo, existen otros jugadores en el altercado. Francia es el principal proveedor de tecnología, pero para ambas partes: a Egipto le vende aviones de guerra y a Etiopía le vende turbinas para su central hidroeléctrica. Curioso es que Egipto amenace destruir dichas turbinas francesas como sus aviones franceses. Por otro lado, China es el principal inversor en la construcción del puerto.
China, por su parte, tiene una política de alta inversión en infraestructura en África, pero poca intervención política. Es uno de los principales financistas del proyecto y tiende a no preferir actos bélicos dentro de sus principales “aliados” comerciales. Esto es porque Etiopía, junto con Eritrea y Djibouti es un país central para la iniciativa de “One belt, One road” en África. Sin embargo, Egipto también es un cliente de China. Es por todo ello que, pese a los pedidos de Egipto de que China intente negociar con Etiopía la reducción del llenado, este no ha parado. China no va a jugar el juego del Cairo y este se está quedando sin opciones.
Egipto necesita alguna manera de poder ejercer control sobre Etiopía. Por el momento no lo está logrando. De no encontrar esa manera de influenciar a Etiopía, no se descarta el accionar bélico. Fue el ex presidente egipcio Anwar Sadat quien dijo que “la única cuestión que puede llevar a Egipto a la guerra, es el agua”.
Río Paraná



Este río, al igual que el Nilo, es navegable hasta las cataratas de Iguazú. En sus costas existen ciudades que encontraron, como las del Nilo, en la producción de alimento, su principal motor económico. Ciudades como Rosario en Argentina llegó a tener, en 2019, al puerto agro exportador más importante del mundo. Se despacha 79 millones de toneladas de granos. Estos se dividen en Soja (41 430 379t), Maíz (29 037 760 t), Trigo (6 916 596 t), cebada (285 276 t) y otros cereales (379 974 t), así como restos oleaginosos (967 936 t). Datos sacados de la Bolsa de Comercio del Rosario (BCR).
El problema del río es que su caudal está siendo afectado por la sequía. Ha reducido cerca de 3 metros de altura el caudal. Este nivel del caudal, que se mantiene por dos años, es el más bajo desde hace cerca de 80 años. Esto no ocasiona tantos problemas en la producción de alimento, pero sí en su transporte, pues un bajo nivel del río ocasiona que los barcos, que lleven mucho peso, rasquen el lecho del río. Según el BCR, esto redujo en un 11%, el monto transportado del río y así dejó de ser el puerto más importante en agroexportación del mundo. Para un país como Argentina, al que en la actualidad no le va muy bien en su manejo económico, esto representa una tragedia, porque la agricultura era una de las pocas cosas que funcionaba bien.
Según el portal argentino “Tierra Viva”, este problema es ocasionado por la deforestación. Los planes de deforestación en Argentina, Brasil y Paraguay han perjudicado el balance atmosférico y por la reducción de la humedad, las precipitaciones son pocas. Esto es sobre todo en la zona de nacimiento, es decir en el Brasil.
A diferencia del caso africano, este río es un ejemplo de cooperación internacional, exceptuando las políticas ambientalistas. No solo permite el acceso de Paraguay al comercio marítimo internacional, pero también permite, conjuntamente con la hidrovía del Río Paraguay, el acceso a Bolivia al mismo. El descenso del caudal ocasiona que pase lo mismo que le sucedió a la ciudad de Rosario, pero a escala de países. Lo que produzcan tanto Bolivia y Paraguay que sea comercializado por la hidrovía hacia el Atlántico o entre ellos, se encarece porque ahora los barcos pueden llevar menos carga. Esto ocasiona se necesiten más viajes para transportar lo que antes se llevaba en uno. Es tanta la necesidad de Paraguay, que exporta 80% de su producción por las hidrovía, que ha desviado fondos de los bonos del COVID para dragar el lecho marino y ganar uniformidad en la profundidad para que los barcos puedan navegar con mayor comodidad
Este río sí es usado por todos los países para producir energía. Esta se produce en dos represas binacionales. Dicha binacionalidad significa que es propiedad de ambos países y ambos se benefician de lo producido. La represa Itaipú, cuya propiedad es compartida por Brasil y Paraguay, y la represa Yacyretá, cuya propiedad es compartida entre Argentina y Paraguay. La primera fue, en el año 2015, la represa que mayor energía produjo en el mundo. Sin embargo, ahora solo funciona a un 65% del 2016 y usa como máximo 14 de sus 20 turbinas. La disminución de electricidad generada no afecta a Argentina o Paraguay, pues usan otras formas de generar energía. Lo reemplazan generalmente en la quema de hidrocarburos. Sin embargo, Brasil no tiene la misma suerte que los otros dos países, ya que la red eléctrica depende en gran medida de la producción hidroeléctrica. La sequía generalizada ha afectado no solo al Río Paraná, pero a los otros ríos dentro del territorio brasileño lo que ha perjudicado la capacidad de las otras centrales hidroeléctricas de producir.
Este problema ha ocasionado que se debatan variadas soluciones para manejar la crisis energética, en especial en las grandes ciudades. El gobierno de Bolsonaro ha usado los incentivos tributarios para aquellas empresas que reduzcan cierto porcentaje de su uso diario, aun así sea trabajando menos, en ciudades como Sal Paulo. A esto lo llamaron “racionamiento voluntario”. Este ejemplo de no racionar directamente el uso del recurso, pero incentivar a que se manejen solos es una muestra que por algo la política está en la palabra geopolítica. La solución no fue escogida solo por responder a la realidad física, pero también a sus posturas políticas.
Esta situación es delicada en la región, no solo porque es uno de los proyectos más exitosos en cooperación territorial, pero porque estas crisis, son usadas por aquellos que desean desviar la mirada. Lo mismo ocurre en la situación del Nilo, las tensiones externas son excusas perfectas para desviar la mirada de los problemas internos.
Uno de los fines de presentar estos dos casos, uno al lado del otro, es entender que no solo por petróleo inician los conflictos y el agua es tan o más importante que otros combustibles. Esto no es en un sentido ambientalista, que también, pero en el sentido de poder valorar las fuentes de agua que tenemos. En un mundo donde la energía hidroeléctrica es una de las más limpias, no siempre es una de las más seguras.
Esto queda en evidencia en los fenómenos del Niño o de La Niña. Ambos afectan inversamente al otro río, en El Niño llueve para el Paraná y hay sequía en el Nilo, mientras que en La Niña sucede lo contrario. Otro de los fines es entender y poder dar dimensiones en cómo la convivencia alrededor de un río puede volverse fastidiosa, no solo por quienes sean con los que lo compartas, sino por las cualidades inherentes al río o por el contrario, esas cualidades generan una oportunidad de cooperación.
Diversos medios han notificado que este año 2021, hasta inicios del 2022, puede producirse en un 60% según la Organización Meteorológica Mundial, el fenómeno de La Niña. Esto significarán malas noticias para Argentina, Brasil y Paraguay. En el caso del Nilo no queda claro si este aumento de lluvias en Etiopía tranquilizará los nerviosismos por el uso del agua. Por lo pronto queda esperar a ver qué sucede y cómo lo manejan.